lunes, 28 de junio de 2010

ABANDONOS

¡Abandonaste a tú esposa
sabiendo que te quería!
No has pensado ni en los hijos
que son tú fuente de vida.
¡La carne, maldita carne!
Tormento y pura agonía
de los débiles del mundo,
faltos de sabiduría.


Dios ha creado a la esposa,
que es la madre de la vida,
y es la compañera hermosa,
la que cura nuestra herida.
Dios sacó de tus costillas
la que fue tú compañera;
para que no vivas solo.
¿Por qué buscas la quimera?


Hágase: Nos dijo el Padre,
pues tu amor bien merecía
la esposa que tanto amaste,
si es que no hubo hipocresía.
Por tú desobedecer,
y andar siempre en rebeldía,
has perdido la mujer
que quizás, no merecías.


Piensa que partiste un cuerpo
que dentro de ti vivía;
pues ella te lleva dentro,
y tú, con hipocresías,
por no ser fiel a la esposa,
la mujer que te quería,
que ha sido como una rosa
con su fresca lozanía.

Luego, si ella va con otro,
sacas tú puñal maldito,
y le das diez puñaladas
y no escuchas ni sus gritos.
Y el Señor os dejó juntos,
con la máxima armonía,
diciéndote: Eres cabeza
de tan buena compañía;
ser felices en la tierra;
que tú imagen es la mía;
pero que terco es el hombre,
que sigue con su manía.


Allí en aquel buen jardín,
mi Señor les sonreía,
y hablaban juntos los tres,
y juntos se gozarían;
pero vino la soberbia,
que la mujer poseía,
engañando al responsable
del jardín que ellos tenían.


Ya han pasado muchos años,
ya han sufrido muchas vidas,
ya no se goza de paz,
se han abiertos las heridas,
ya se mueren inocentes,
ya se desprecian las vidas,
pues valen más unos euros
que la esposa que tenía.


Y van pasando los años
y seguimos con heridas,
que son marcas de desgarros
por las vidas corrompidas,
que han dado la espalda al Padre,
que fue quien nos dio la vida,
para vivir con tú amor,
siempre en paz y en armonía.

No abandonar las esposas
por un goce pasajero,
porque se paga muy caro;
Y no es cuestión de dinero.


Cecilio García Fernández.

A QUIEN MAS HE QUERIDO

Cuando te encuentras muy solo,
valoras las compañías,
valoras las amistades,
aprecias hasta el saludo
del Sol que hay a mediodía.

La soledad es tristeza
que anida en el corazón,
de todos los que sufrimos,
sin importar la razón.

Cuando vivíamos juntos
no apreciamos el valor,
de las gratas compañías,
sobre todo si hay amor.

Qué necios somos los hombres
por no saber valorar
lo que nos ha dado el Cielo
para poder disfrutar.

¿Quién aprecia lo que tiene
después de estar conseguido?
La verdad, se aprecia poco,
hasta que no está perdido.

El sol, que tanto calienta,
la lluvia fresca y hermosa,
la brisa, que nos refresca,
y el fragor, de cualquier cosa.

Las flores, para mirarlas,
también se deben de oler,
y el Sol, en el horizonte,
cuando se empieza a esconder.

La Luna, cuando se asoma
allá en el atardecer,
las nubes, claras y oscuras,
cuando empiezan a llover.

¡Cuántas maravillas hay!
¿Quién las puede comprender?
Todo ser con sentimiento
las debe reconocer.

Todo se halla en la Verdad,
en esas Leyes Divinas,
¿Las queremos aprender?
¡El necio no las estima!

¡Qué os parece la mar,
que la vemos verde azul,
con reflejos que destellan,
olas, que siempre se estrellan
igual que rayos de luz.

La mar, nos da de comer,
y sin ella, no hay vivir,
también se debe temer,
pues cobra por subsistir.

Los animales que existen,
algunos son “quita-penas”,
los atamos en cadenas;
pero muchos se resisten.

Los perros nos acompañan,
en amor y sufrimiento,
y son fieles para el hombre
y no cambian, como el viento.

No traicionan a su dueño,
porque el perro es un esclavo,
y aunque es animal pequeño,
nos defiende, y no hace daño.

Carecen de “sentimientos”,
dicen que están “programados”,
no cambian como los vientos,
son animales taimados.

Tratar bien los animales
cuando ya van para viejos,
ellos también se consumen
y se arrugan sus “pellejos”.

Ellos, cuando vas partir,
te miran con mucha pena,
no los atar con cadenas,
pues se quieren divertir.

De discordias, en discordias,
andamos siempre luchando,
con guerras que son la muerte,
en un mundo desolado.

Hoy, por la falta de amor,
y la abundancia de orgullo,
somos una mala flor
que contaminó el capullo.


San Martín de Podes, 20-4-07
Cecilio García Fernández

A JESUS DE GALILEA

Tú apacientas los rebaños,
y ellos te causan dolor.
Ya pasa de dos mil años,
y entre fieles, y entre extraños,
siempre ha existido un traidor.

¿Cómo es posible que Judas
Te causara tal dolor,
sabiendo -pero sin dudas-
que entre verdes, o maduras,
se camufla un malhechor?

Él conoció tus milagros
y durmió, en tú aposento;
Llegó a comer de tú plato.
¿Cómo pudo ser ingrato
un hombre de su talento?

Tomás,dudó ciertamente
de tú palabra bendita.
Pedro, te niega tres veces,
y tú, sé que te estremeces
mientras el mundo se agita.

Cuando sanabas -a todos-
Te perseguían con saña;
Te buscaban como lobos,
para matarte, entre todos;
pero no era gente extraña.

Te coronaron de espinas,
para burlarse mejor.
Causas torpes y mezquinas
que nos llevan a las ruinas,
todo por falta de amor.

Todos somos como Judas,
nos vendemos por muy poco;
y si alguien tiene sus dudas,
ver como cambias, o mudas,
en este mundo tan loco.

Diste la vida por todos
y pocos siguen tus pasos;
Luchemos de todos modos,
y no hablemos por los codos
y llenemos nuestros vasos

Eres Dios de la Verdad
y a lo bueno, das de paso;
más sufres nuestra maldad,
la envidia y la vanidad,
y de eso está lleno el vaso.

Yo me siento complacido,
pues tú muerte me salvó.
Sé que no lo he merecido;
mas sé, que estoy redimido,
pues la Cruz me redimió.

Si amanso mi turbación
y templo bien mi “mollera”,
veré, que no es ilusión,
el fruto de mi razón.
Se lo aseguro a cualquiera.

Si alguien desprecia a Jesús,
cambiándole por un “santo”:
¿De qué te sirvió su Cruz,
su Santidad y su Luz?
¡Te sirvió para quebranto!

Todos los “santos” que adoras
por tú ignorancia finita,
al final, tú los deploras,
porque ellos ni ven las horas,
ni tus lágrimas marchitas.

Las Palabras de Jesús
no pueden pasar jamás.
Son las que nos dan la Luz,
con la Sangre de la Cruz,
si no eres otro Tomás.

Nos libraste de lo cruento,
nos diste la libertad;
Pero esto no es ningún cuento,
Creer, que luego el lamento,
nos sirve como Verdad.

Hoy la lucha espiritual
ya casi la ven los ciegos.
Luego, andar con lo vanal,
es penetrar en el mal,
de los malos agoreros.


Cecilio García Fernández