lunes, 28 de junio de 2010

A QUIEN MAS HE QUERIDO

Cuando te encuentras muy solo,
valoras las compañías,
valoras las amistades,
aprecias hasta el saludo
del Sol que hay a mediodía.

La soledad es tristeza
que anida en el corazón,
de todos los que sufrimos,
sin importar la razón.

Cuando vivíamos juntos
no apreciamos el valor,
de las gratas compañías,
sobre todo si hay amor.

Qué necios somos los hombres
por no saber valorar
lo que nos ha dado el Cielo
para poder disfrutar.

¿Quién aprecia lo que tiene
después de estar conseguido?
La verdad, se aprecia poco,
hasta que no está perdido.

El sol, que tanto calienta,
la lluvia fresca y hermosa,
la brisa, que nos refresca,
y el fragor, de cualquier cosa.

Las flores, para mirarlas,
también se deben de oler,
y el Sol, en el horizonte,
cuando se empieza a esconder.

La Luna, cuando se asoma
allá en el atardecer,
las nubes, claras y oscuras,
cuando empiezan a llover.

¡Cuántas maravillas hay!
¿Quién las puede comprender?
Todo ser con sentimiento
las debe reconocer.

Todo se halla en la Verdad,
en esas Leyes Divinas,
¿Las queremos aprender?
¡El necio no las estima!

¡Qué os parece la mar,
que la vemos verde azul,
con reflejos que destellan,
olas, que siempre se estrellan
igual que rayos de luz.

La mar, nos da de comer,
y sin ella, no hay vivir,
también se debe temer,
pues cobra por subsistir.

Los animales que existen,
algunos son “quita-penas”,
los atamos en cadenas;
pero muchos se resisten.

Los perros nos acompañan,
en amor y sufrimiento,
y son fieles para el hombre
y no cambian, como el viento.

No traicionan a su dueño,
porque el perro es un esclavo,
y aunque es animal pequeño,
nos defiende, y no hace daño.

Carecen de “sentimientos”,
dicen que están “programados”,
no cambian como los vientos,
son animales taimados.

Tratar bien los animales
cuando ya van para viejos,
ellos también se consumen
y se arrugan sus “pellejos”.

Ellos, cuando vas partir,
te miran con mucha pena,
no los atar con cadenas,
pues se quieren divertir.

De discordias, en discordias,
andamos siempre luchando,
con guerras que son la muerte,
en un mundo desolado.

Hoy, por la falta de amor,
y la abundancia de orgullo,
somos una mala flor
que contaminó el capullo.


San Martín de Podes, 20-4-07
Cecilio García Fernández

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