martes, 26 de octubre de 2010

LAMENTOS

Yo compadezco a los hombres
que viven sin ilusión,
porque es la peor “razón”
para lograr una meta;
no siendo que haya una treta,
guardada en el corazón.

Las ilusiones son vanas
si aspiras solo a fortuna;
porque sé, que más de una,
y me refiero a ilusiones,
que destrozó corazones
por no poner la “vacuna”.

Para formar bien a un hombre,
hay que empezar de pequeños,
porque los fuegos sin leños
poco calor van a dar;
y entonces, el amasar,
es de torpes y de necios.

No hay buen pan sin levadura,
ni alumno, sin un maestro,
y sé bien porque digo esto;
ya que tengo muchos años,
y sufrí mil desengaños,
y aguantando malos gestos.

Jamás te fíes de nadie,
para evitar sufrimientos;
que pueden ser escarmientos
que alteran la adrenalina,
que inflama, como bencina,
nuestros flacos sentimientos.

Todos vivimos sedientos,
y Cristo es el Agua Viva,
que cura y sana la herida
y también quita la sed,
de todo el que no es soez
y aprecia lo que es la vida.

Hay millones de sedientos
que ven el agua correr;
pero no pueden creer
que el agua que está corriendo,
los puede estar consumiendo;
porque no quita la sed.

Muchos beben y se sacian;
pero con aguas corrientes,
y jamás son consecuentes
que hay aguas más cristalinas,
puras, santas y divinas,
para los más exigentes.

Muchos beben en las charcas
de la pura hipocresía,
y dicen, con osadía,
que ellos dan la salvación;
pero toma precaución;
pues viven de fantasía.

Jesús no cuenta mentiras,
y ofreció de corazón,
a quien cree en su razón,
y cumple con sus promesas.
Es nuestro amigo,¿lo dejas?
¿Quieres mejor solución?.

No gastes moneda en viajes,
que nadie te va a sanar;
ya que puedes comprobar,
que quien te ofrece salud,
no nos puede dar la Luz,
y mucho menos salvar.

Jamás vayas a una cueva
en busca de salvación;
Porque eso es la perdición
y una gran ofensa a Cristo,
que por lo que ya hemos visto,
Cristo da la Redención.

No compararme la Cruz,
con la corona de espinas,
y sus palabras divinas,
con los palacios lujosos,
y manjares muy sabrosos
que a los hombres nos fascinan.

Quien quiera salvar su vida
tiene que elegir la Cruz,
no hacer como el avestruz,
agachando la cabeza;
Dios mío, que gran torpeza,
por no elegir a Jesús.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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