En estos días tan tristes
puedes perder la razón,
por ver, por televisión,
donde llega el fanatismo,
que nos mete en el abismo,
sin remedio, ó solución.
Los amantes del poder,
ofenden, sin más razón.
Según voy viendo canales,
el dolor me va en aumento,
y creerme, que no miento;
porque existe una razón,
fruto de una bendición,
y no de envanecimiento,
que suele ser doloroso
como el azote del viento.
¡Que dolor ver gobernantes,
ajenos a religiones,
encontrarse en achuchones,
casi pisando a la gente,
al cobarde y al valiente,
que por querer figurar,
dicen que va a enterrar,
al hombre más eminente.
¡Que dolor, y que tristeza
le damos todos a Cristo;
porque esto, no está bien visto.
¡No adorar a un pecador,
porque quien sufre el dolor
es el Señor Jesucristo,
que llora, por lo que ha visto,
pues es una cosa extraña,
que quien gozó de riquezas
le alabemos sus flaquezas.
Nos dicen que sigue a Pedro;
más yo a Pedro conocí,
y por todo lo que oí
era un hombre pescador,
pero vivió con honor,
dando su vida por Cristo,
que fue por quien él murió,
y eso debe estar bien visto.
Pedro no vivió con lujos,
ni conoció la abundancia,
ni viajó con arrogancia;
porque vivió en humildad,
que esa es la mayor Verdad
de quien quiere dar ejemplo,
dentro, y fuera del templo,
a toda la humanidad.
¡Que espectáculos se montan
para “coger más poder”,
siendo más humano ver,
que el buen seguidor de Cristo,
ha de salir del abismo,
no con riquezas, con fe;
pero por lo que se ve,
hay quien no piensa lo mismo!
Por qué, se pregunta el pueblo,
se amontonan las riquezas,
y los niños, con flaquezas,
van llorando por caminos,
por causa de los cretinos
que han confundido la fe;
pues creen lo que se ve,
y al verse, ya no es Divino.
Estos días tan penosos,
para el más Grande Señor,
sé que le causé dolor,
cuando he enciendo la tele.
¿Y por qué al Señor le duele
esta triste adoración?
¡Porque tener gran corazón;
pero el mundo le aborrece!
Señor: Yo quiero expresarte
desde mi triste atalaya,
que todo aquel que se vaya
corriendo detrás del viento,
ha de sufrir el tormento,
de la Justicia Divina;
porque así lo determina,
Tú Sabia y Santa Palabra;
que nos dice, que quien labra,
ha de escoger la semilla.
Ayer, cuando yo veía
mi ingrata televisión,
no acepté la solución;
de “vender” hipocresía,
porque el mundo bien sabía
donde reina la razón,
que lleva a la salvación
que Cristo nos ofrecía.
Ayer, cuando yo oia,
llantos por televisión,
no creí lo que allí había;
¿Era una falsa ilusión?
pues todo lo que veía,
no entraba en mi corazón,
porque son almas vendidas,
solo por motivación.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
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