Algunas de las muchas cualidades humanas que poseía nuestro Señor Jesucristo, y que todo buen cristiano debería de tratar de imitar, es la HUMILDAD.
Recién nacido ya atemorizó a un Rey, que hizo matar a todos los niños menores de dos años, con el fin de poder matar al niño Jesús.
Por medio de sus enseñanzas, sabemos que bajó del Padre al seno de una mujer. Su humillación y humildad nos permite ser hijos de Dios. Para nacer no precisó, como nosotros, las leyes de la naturaleza. Nació, vivió y murió en pobreza. No tuvo ningún título, no conoció universidades, su nivel social fue tan bajo, que nadie sabe nada de él hasta los doce años, que deslumbra a los doctores de la iglesia con su sabiduría. Después de los doce años,desaparece de la escena y vuelve a presentarse a los treinta años, para ser bautizado por Juan el Bautista. Jamás utilizó influencias de ningún tipo, ni tuvo la necesidad de disculparse por nada. No fue un niño privilegiado, en cuanto a comodidades y placeres, por ser hijo de un humilde trabajador.
De mayor subyugó y doblegó el curso de la naturaleza, caminando sobre las aguas. También sosegó las olas de un mar embravecido e hizo cesar los vientos, sanó enfermos sin medicamentos ni título alguno. Sanó almas enfermas por diversos quebrantamientos, y jamás cobró una moneda por tantos servicios realizados. Jamás escribió un libro; pero su vida fue tan pródiga, sabia, humilde, honesta, valerosa, sencilla, noble y dadivosa, que los libros escritos sobre él no tendrían cabida en todas las bibliotecas del mundo. No estudio música, ni cantó en coro alguno; pero hoy, millones de almas le cantan alabanzas, y los mejores compositores del mundo han compuesto canciones para él.
Él es nuestra mejor roca, es la mejor compañía que un hombre puede tener, Él es León y Cordero. Es el único Maestro Sabio. Tiene poder para conocer lo más íntimo y profundo de nuestro corazón y mente. Él es la Luz de la humanidad y del Universo y jamás desaparecerá, porque su vida es Eterna. Donde él no está, no puede haber paz.
Cuando le pedimos consuelo, ahí está él para consolarnos y darnos ánimo. Cuando pecamos los que en él creemos y confiamos, ahí está con su aliento y consejo. Cuando sufrimos, nos recuerda que ésta corta vida es un pequeño valle de lágrimas y que él ya nos mostró su camino, sufriendo por todos. Nosotros no sufrimos por salvar a nadie. Sufrimos porque se nos viene encima la tormenta, y no podemos librarnos de ella, sin su ayuda.
Era rico y se despojó de todo para hacerse el hombre más pobre y humilde de la tierra. Otros que se consideran sus seguidores ó representantes, viven en la abundancia, rodeados de los mejores placeres y no les falta nada material. Gozan de Palacios y todos los placeres de la tierra, y los gobernantes se arrodillan ante ellos, besándole la mano. Su poder económico y político es superior al Estado más influyente y poderoso de la tierra.
Jesús no tuvo ninguna propiedad, fue pobre y humilde. Navegó en humildes embarcaciones propiedad de pescadores, montó sobre una pollina prestada, comió en casa de amigos. Jesús respetó todas las leyes romanas y judías, cuando su pueblo estaba sometido y reprimido por el Imperio Romano. Ahora se discute con los gobiernos para sacar más privilegios, pues todo nos parece poco, y eso que “somos propietarios” de Universidades, Colegios, Clínicas, Hospitales, medios de comunicación de todo tipo, para hacer política, no para hablar del Evangelio.
Jesús no fue ni soldado raso. Él no vino a luchar con armas blancas ó de fuego. Su única arma fue su Santa Palabra, para salvar a todos los perdidos. “Nuestra religión oficial” pasó la vida luchando por sus intereses económicos, que no son los de los pobres. “Nuestros jefes militares religiosos” no son humildes soldados, sus estrellas son de Capitán, hasta General “Castrense”, con autoridad y poder. No se relacionan con humildes soldados y hay que saludarles militarmente.
En el campo civil, estamos peor. ¿Quién puede saludar a una alta jerarquía de la iglesia Catílica? Por desgracia estos detalles de “humildad” van minando la poca fe que tiene el pueblo, y luego, cuando se habla de Jesús nos suelen decir: ¡Todos son iguales! Y es normal, puesto que de Jesús nadie habla, excepto por Navidad, del Niño Jesús, y por Semana Santa, mostrándonos figuras de un Jesús, de escayola, cubierto con buenas capas bordadas con hilo de oro; pero siempre muerto, sin vida y las humildes almas llorando al verle; porque si conocieran al Jesús verdadero, nadie iría detrás de una imagen.
Recordar que Jesús dijo: Yo soy el Camino la Verdad y la Vida y nadie viene al Padre sino por mí. Jesús tiene poder, y hoy cambia las vidas, cambia nuestros pensamientos y nos guía por el buen camino. Con él no hay nada que temer; estamos seguros y firmes.
Tener muy presente que Dios no hace acepción de personas. Para vivir con la Paz de nuestro Señor, hay que primeramente reconocerle como lo que es, humillarse ante él, pedirle perdón y prometerle fidelidad mientras vivamos. Luego hay que ir conociéndole, poco a poco, a través de su Palabra, por la que recibiremos todo el alimento espiritual que necesitamos para andar en obediencia y en armonía con Él.
La Palabra del Señor tiene vida, actúa con poder sobre el alma del creyente, y cambia vidas, mentes y corazones; pero esto es tan cierto como que ahora estoy escribiendo. Me resulta casi imposible explicar con letra ó palabra, las pruebas que tengo de la existencia de Dios a través de Cristo Jesús. Tener presente que la Palabra dice: Nadie puede ir al Padre si no es por medio de Jesús, así que encomendarse a Vírgenes y santos es ir contra la voluntad de Dios.
El desconocimiento que hay de Jesús, es alarmante. Ya sé que una buena parte del mundo dicen creer en Dios y en Jesús; pero al mismo tiempo pagamos una misa a un santo para aliviar los sufrimientos de nuestros muertos. ¡Que pena y dolor! La suerte de nuestros seres más queridos, ya fallecidos, ya está echada. Están en manos de Dios ó de Satanás. Jesús dijo: El que no está conmigo, está contra mí.
No existen recomendaciones como nos quieren hacer ver. Porque si con misas, funerales de primera, segunda y tercera, podemos aliviar y rebajar la estancia de nuestros parientes en el Purgatorio, esto sería, de ser cierto, la mejor recomendación que existe en el mundo. Pero no. Estamos hablando de un Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente, y quien quiera vivir en armonía con nuestro Dios, ha de rendirse a Cristo y servirle hasta la muerte y vivir de acuerdo con su voluntad.
Dios es el Creador de todo cuanto existe y por tanto nos creó también a nosotros y él quiere lo mejor para todos, y no puedo decir, buenos y malos, ya que bueno no existe ni uno. Solo nos salvamos, los que en Cristo creemos, por la misericordia de Dios. No por “obras” para que nadie se gloría, según dice su Palabra. Cristo está hoy tan vivo y actúa con el mismo poder que cuando vino a éste mundo. La lucha que siempre existió es la que existe hoy, en el campo espiritual.
El Príncipe de éste mundo es Satanás y Jesús le venció en la Cruz y la Sangre derramada por él es la que nos salva y protege de todo mal. Por mucho mal que me venga, yo nada temo. Salgo de casa confiado y sé que jamás estaré en peligro. Ya sé que pocos pueden comprender esta seguridad ó fe; pero también sé que son pocos los que perciben con sus oídos una nota desafinada, por un instrumento; pero notas desafinadas hay muchas, la cuestión es percibirlas, para afinar el instrumento, ó la mano del músico, que pulsó mal una ó más notas. Lo mismo ocurre con los olores, los colores, los gustos, etc. Dios existe; pero Satanás se encarga de anular nuestro olfato, nuestros gustos etc., y gentes de diversas religiones, con un nivel cultural alto, siguen ciegos, lo que significa, repito, que la cultura tiene una misión; pero para hallar a Dios no sirve.
Hay dos formas de vivir, una con Cristo y otra sin él; pero tener presente que Jesús no reparte su poder y autoridad con nadie. Quien no está conmigo, está contra mí. Así de claro es el Señor. No podemos jugar al fútbol con varios balones. Es imposible. Por eso aléjate de tantos santos, santas e imágenes como nos tallan, modelan y nos pintan. También dejar esos rezos repetitivos, inventados por alguien, y seguir, como ejemplo, el Padre Nuestro que nos dejó Jesús, como enseñanza.
Si el Padre Nuestro lo estamos repitiendo, carece de valor. Ésta oración nos enseña como hay que orar, Santificando a Dios, que su Reino venga a nosotros, que se haga siempre Su voluntad, que nos dé todo cuanto necesitamos para nuestra vida, que perdonemos a los que nos han ofendido, como él nos perdona a nosotros, y que nos libre de todo mal. Estas serían las peticiones más sensatas que debemos de hacer diariamente, junto con otras muchas, como pedir por la paz del mundo, por los hambrientos, por los gobernantes, buenos y malos, y por otras muchas causas que en el momento de la oración vendrán a nuestra mente. De la abundancia del corazón habla la boca.
Por favor, al orar no decir repeticiones aprendidas de memoria, que fueron escritas no se sabe cuando, ni por quien, y como no han salido de nuestro corazón es imposible que lleguen al de Dios. Solamente podemos pedir a Dios, por medio de Jesús, lo que tenemos en el corazón. Los muertos no pueden hacer nada por nosotros y además no están en el Cielo para interceder por los hombres. Esa bendita misión es exclusiva de nuestro Señor Jesús.
Por otra parte, Jesús llamó santos a los vivos, no a los muertos, ya que santo, para Jesús, es toda persona que le reconoce como su salvador y le sigue como un esclavo. Ningún hombre en la tierra puede dar estos “títulos”, pues a nadie ordenó Jesús semejante cometido. Solo Dios conoce los pensamientos de nuestro corazón y mente; luego si no sabemos lo que piensan los hombres, ¿cómo andamos repartiendo “títulos” con tanta frivolidad? Lo único que sí sabemos, es que todos somos pecadores.
Dejemos las cosas de Dios, para que él las resuelva, que nosotros ya tenemos suficiente con cambiar nuestra mala forma de vivir. ¿Nos enviaría el Señor a ésta tierra para trabajar, para hacer buenas fortunas a costa del hambre y la miseria de otros, ó caso para hacer guerras, violar niños y niñas, explotar menores con trabajos forzados, tener una “justicia” perniciosa, que siempre atropella al débil. ¿Para qué nos trajo Dios a la tierra? Para servirle y adorarle, siempre en obediencia. Para que tratemos bien a nuestros semejantes, sin mirar raza ni color.
Recordar cuando Jesús dijo: Tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber .Luego sigue diciendo: Lo que hicisteis con otros, lo habéis hecho con migo. Todo lo bueno ó malo que hacemos a un semejante, se lo estamos haciendo a Jesús. Que sencillas son las enseñanzas del Maestreo y nosotros nos empeñamos en poner nuestra mirada en hombres vanidosos, que solo buscan dinero y gloria. Jesús también aquí nos habló muy claro: ¡Quien busca la gloria de los hombres, gloria de hombres tendrá! pero no la gloria de Dios. La Gloria de Dios busquémosla en las Escrituras. Ellas son nuestra Luz y nos traen la paz que tanto necesitamos.
Prestemos más atención al Señor Jesús y vayamos olvidando a los hombres vanidosos, que no son capaces de vivir sin recibir unos la gloria de otros, siempre con su prepotencia, figurando en todos los actos políticos, deportivos, siempre allí donde está la televisión, prensa y revistas. ¿Se parecen algo a Jesús? ¡En nada! ¿Entonces, para que cogen una cruz y van con ella a cuestas? Lo que llevan en sus manos es una cruz de madera. Esa no es la cruz a la que Jesús se refería. Una cruz de madera, o metálica, la puede llevar cualquier persona, hasta el mayor bandido o renegado, eso es muy fácil; pero tomar la cruz de Jesús, cuesta.
Recordar cuando le dijeron a Jesús: Maestro, en tú nombre sanamos enfermos y echamos fuera demonios, él les dijo: ¡Apartaros de mí, hacedores de maldad, que no os conozco! Expreso este versículo porque hay muchas almas que no hacen nada de lo que Dios les pide y adoran lo que Dios prohibe; pero como económicamente les va bien y sus hijos han triunfado ó están bien casados, suelen decir: Dios a mí me protege. Jesús dijo: El que cree en mí y fuere bautizado, será salvo. Jesús condenó la idolatría.
Jesús no dijo: Los niños de ocho días, más ó menos, que se bautizaren serán salvos. Ni tampoco dijo: A los que les vaya bien en la tierra serán salvos. Eso no es así. No es posible. Jesús se bautizó a los treinta años y dijo: el que creyere en mí y fuere bautizado será salvo. Lógico. Sin creer, no podemos bautizarnos. Esto también les ocurre a los fanáticos de un club de fútbol, que nada más nacer un hijo, lo inscriben como socio del club de sus amores; pero cuando piense, con su propia cabeza, él decidirá lo que tiene que hacer con su vida.
Luego resulta que, las autoridades eclesiásticas meten en el ordenador a todos los bautizados; pero casi nadie cree en Dios, como la iglesia nos lo presenta, aunque todos van al casamiento, a funerales, misas, para salvarse, fiestas de santos, patronos, funerales, y todos estos actos se celebran por rutina y por miedo al “que dirán”, y hay que respetar dichos comportamientos, pues yo mismo lo he practicado todo, antes de conocer y reconocer la Palabra de Dios, y aceptar a Jesús como el Útodo, interpuso la voluntad del padre, y así debemos de hacer nosotros.
Reconozcamos que estamos en un mundo totalmente corrompido, más que nunca. Ahora se llega a unos límites que nadie podía suponer, hace pocos años; pero ésta corrupción tan atroz está dirigida y aceptada por el mundo. Saber que el “príncipe” de este mundo es Satanás.
Los homosexuales y lesbianas de éste país, son Católicos. Esos abogados defensores que té mandan mentir para ganar el juicio, son católicos. Por favor, dejemos todas las religiones y vayamos a la Palabra de Dios, que es ir a Cristo. Lo demás es todo una pura corrupción, ó es que nadie se asombra al ver tantos altos jefes de “religiones” por la televisión, viviendo en la opulencia, mostrando sus ostentosas vestiduras, para enaltecerse, como dioses, viéndose obligados a inclinarse ante ellos a Reyes, Jefes de Estado, y toda autoridad que los visite.
Ver lo que tienen esos hombres en la mente, ya que todos somos lo que pensamos y hacemos. En nuestro corazón manda Dios, si somos creyentes de Cristo Jesús y se lo permitimos; pero en la mente influye Satanás, que es quien, a través de nuestra vista y oído recibimos la información más perversa que existe. Si nuestra mente estuviese llena de versículos de la Palabra de Dios, en el momento que Satanás nos muestra sus “excelencias”, nuestra mente, dirigida por un corazón recto, las rechaza.
También es imprescindible saber que Jesús nos dio poder suficiente para rechazar a Satanás, desatar miles de ataduras que existen, que no nos dejan libres. Por eso Jesús dijo: Yo vine a salvar, sanar y dar libertad.
Liberarnos, Señor Jesús, de la esclavitud del pecado; pues todos hemos tenido ataduras, como puede ser el tabaco, bebidas, droga, mujeres, todo tipo de deseos impuros. Somos lo que pensamos y nada más levantarnos ya estamos luchando con nuestros pensamientos. El dictador con nuevas ideas que hagan el mayor daño posible.
El que ya echó el ojo a una mujer, estando casado, no es capaz de librarse de ella, hasta que la consigue. El ladrón con lo suyo; pero, ¿dónde está el tiempo para estar en comunión con Dios y ver solamente la Verdad, para que en nuestro corazón haya paz y nos llevemos bien con todo el mundo?
Si leemos la Biblia, las palabras de Dios fluyen a nuestra mente constantemente y Satanás halla la puerta cerrada. El único enemigo de Satanás es la Palabra de Dios, el nombre de Jesús y su sangre. Creerme de verdad que, ante una misa ó un rosario Satanás se siente bien, y no trato de desacreditar a nadie; pero éste asunto es muy serio y no debemos jugar con las cosas de Dios.
Leer, leer, que no os engañen. Comprobar con la Biblia éste escrito, no vaya ser que os engañe. Ningún hombre es infalible. Todos pecamos, todos cometemos errores; pero la palabra no falla. Clamar a Dios y pedirle que os hable, que se muestre a vosotros, pues tenéis dudas y queréis aclarar vuestra situación espiritual.
La Palabra de Dios dice: maldito el hombre que confía en el hombre. Verdad que es una palabra muy dura. Bueno, pues respetémosla ya, que es una verdad muy grande. ¿Qué somos nosotros? Fruto de lo que oímos en casa, en la calle, en el colegio, lo que vemos por la televisión, radio, prensa, revistas basura, y así sucesivamente. Eso somos y eso podemos dar. Solo podemos sembrar la semilla que tenemos. ¿Quién abona tal semilla? Satanás, que es quien al final recoge su fruto, por tanto él es quien planta, abona y recoge y el pecador, apartado de Cristo, sufrirá las consecuencias, por lo tanto, hay que repetir que, apartados de Cristo nada podemos hacer –lo dijo Jesús— no lo digo yo. Está escrito en la Biblia.
El hombre, quiera ó no, es espiritual; la cuestión es saber que espíritu nos domina. Si obedecemos a Dios, seremos hijos de Dios, aunque todos somos criaturas de Dios porque él nos creó; más para ser hijos reconocidos por Dios, debemos de aceptar a Cristo como nuestro único Salvador, siguiendo todas sus enseñanzas, y ya veréis como os marchan tantos temores como existen, y que nosotros no podemos evitar, por lo que, debemos orar, que es, clamar a Dios, para que las cosas vayan cambiando poco a poco; pues Dios prometió darnos todo lo que le pidamos, en el nombre de su Hijo, siempre que lo hagamos de acuerdo con la voluntad de Dios.
La fe es un gran privilegio, del que gozamos todos los humanos; pero, por desgracia, existe más fe en los ritos y costumbres de las religiones que en Jesús.
Yo padecí esa situación, hasta que conocí al Señor con cuarenta y pico de años de edad, al oír casualmente el evangelio por primera vez en mi vida. Esto me gusta, comenté con mi esposa. Vamos a repetir, no vaya a ser que esto sea un espejismo y volvamos a las andadas, como cuando yo te acompañaba a oír la misa, solo por complacerte, ya que yo me aburría soberanamente, pues todo me parecía rutina y las palabras no llegaban a mi corazón, como ahora llega el Evangelio.
Ahí terminó la historia y estuvimos bastantes años sin ver una iglesia, hasta ese bendito día que, por primera vez oímos el Evangelio puro, sencillo, con verdades como puños, difícil para todo el que está acostumbrado a mentir y hacer la vida que le place. Eso es cierto; como también es cierta la transformación que un ser recibe al andar de acuerdo con esas Divinas Palabras.
Es difícil escribir ó contar experiencias vividas, de las que uno está muy seguro, porque, hablarle a un incrédulo no es tarea sencilla. De todas formas contaré una muy sencilla; pero poderosa. Estando yo acompañando a mi esposa en una Clínica, para que la operasen de la vesícula, casi se desangra por abandono, y cuando llegó el Doctor, desde Salinas a Oviedo, casi la encuentra muerta.
Cuando yo la fui a ver, en compañía del Doctor, me quedé impresionado y solo supe decir: Ignoro la gravedad que tiene; pero por el color del rostro y los ojos, me pare que está casi muerta. Me dice él: así está, pues es más la sangre que pierde que la que recibe, y si la llevamos al quirófano vuelve a perder más sangre y estamos perdidos. Total, que subo para la habitación, y como yo estaba, y estoy sufriendo bastante, por un accidente que me dejó casi parapléjico, me hallaba desesperado, ya que ella era la que me bañaba, me limpiaba, y, concretando, me lo hacía todo, yo era un ser inútil.
En todas las situaciones como ésta, se sufre; pero en mi estado, esto era pura desesperación, por lo que, sentado, como casi siempre tengo que estar, cogí la Biblia en mis manos, y con poca gracia y esperanza la abrí. Leí en San Juan 14:13, Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Acto seguido me vino a la mente ésta barbaridad ó desafío, quizás por mi gran ignorancia, y dije: Señor: Tú me conoces bien, quizás soy un gran pecador; pero yo lo ignoro, así que si en algo estoy pecando muéstramelo y te pediré perdón; pero si no es así, y mi esposa se muere jamás volveré a leer Tu Palabra, porque miente.
Cerré la Biblia y me di cuenta que lo que había dicho era una temeridad y un desafío que podía salirme caro. Yo tenía la intención de estar en vela toda la noche, pues lo que esperaba era fatal; pero pasados dos ó tres minutos olvidé a Josefina y me dije; ¿pero qué estoy haciendo yo aquí, si tengo esa preciosa cama esperándome? Y tal como lo pensé así lo hice, me acosté.
En un caso más normal me habría metido en la cama a orar hasta rendirme; pero en esta ocasión me he dormido hasta las nueve de la mañana, que desperté por un portazo fuerte, que oí en mi habitación. Quedé tranquilo, no pregunté a nadie por mi esposa y hasta las diez y pico no supe que estaba muy bien. En ocasiones de menor importancia, habría orado por ella, pero el poder de Dios es tan grande que, me echó para la cama a descansar, sin que yo tuviese que preocuparme por nada. Allí estaba Él y fue suficiente. ¿Qué no me crees? Es tu problema; pero lo siento bastante por ti.
También en otra ocasión, estando el quirófano preparado con todo el personal, para operar a Josefina de un tumor en el pecho, al pasar por el pasillo en la camilla, para hacerle una prueba para asegurarse del lugar exacto que había que cortar, le dijo una creyente en Cristo: Josefina: no temas, que no te van a operar, no vas entrar en el quirófano, pues no tienes nada. Estoy segura de lo que te digo. Como es natural la enfermera y Doctora se rieron; pero Josefina fue para casa, pues después de mucho mirar y comprobar no le hallaron el tumor que se veía en diferentes placas de los días anteriores. Luego vinieron más pruebas, incluso en Gijón, pues aquello no se podía admitir y varios años después se hacían comprobaciones; pero cuando Cristo sana, es para siempre. Hoy hay muchos milagros. Cristo sigue vivo. Lo que hace falta es fe.
¿Cómo podemos seguir a Cristo y olvidar las religiones, que tanto perjudican?
A Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, le deberíamos de haber conocido cuando teníamos muy pocos años, ya que nuestra mente, si la comparamos con un ordenador potente -como ejemplo- cuando lo compramos, está vacío, y nosotros, poco a poco, le vamos metiendo datos, que quedan archivados en la memoria del disco duro, por eso es tan importante no meter basura en el ordenador. Somos lo que pensamos. Seleccionemos bien lo que vemos, lo que leemos, lo que oímos y lo que hablamos. Me refiero a la sabiduría de Dios –alma y espíritu.
La fe es la creencia de lo que no se ve; pero en el ordenador también metimos datos importantes, como lo que es el oxígeno, el viento y jamás lo vemos; pero creemos que existe y sin el oxígeno es imposible vivir. Sin Dios también es imposible vivir.
Luego, si Dios nos creó, ¿quién nos puede guiar ó aconsejar mejor que Él? Nadie, claro está. Cuando tenemos una necesidad, del tipo que sea, hablemos con Dios, como lo hace un hijo con un buen Padre, pidiéndole el mejor consejo y Dios responde. ¿Cómo? De diversas formas. Unas veces por un pensamiento que él nos mete en el corazón, del corazón pasa a la mente, y la mente puede ejecutar éste pensamiento. Otras, veces nos dan un consejo que viene de Dios –su Palabra- o una persona que nos habla.
Hay que tener muy presente que la Palabra de Dios es Espíritu. Nuestros pensamientos pueden ser carnales, humanos; pero Su Palabra, que es Espíritu, jamás falla, y puede ser la respuesta a esa pregunta que nos hacemos. Hay que pensar que Dios no nos ha enviado a murmurar, criticar, avasallar, atropellas, a robar, matar, drogarnos, ni siquiera nos trajo a que triunfásemos, con una buena fortuna, una buena carrera, un sobresaliente en un deporte, que todo esto último no está mal; pero no hemos venido a éste mundo a batir el récord de velocidad, ni a ser campeones del mundo en cualquier deporte. Eso no tendría objeto. Venimos a éste mundo para alabar a Dios y pedirle consejo de todo cuanto hacemos y tratar a nuestros semejantes, como nos gustaría que ellos nos trataran a nosotros.
Si nosotros tenemos nuestra mente y corazón llenos de amor, no podemos dar otra que no sea amor. Cuando a la edad de tres años recibimos datos penosos, como ver a nuestros padres de bronca en bronca, cuando llegamos a mayores vamos tener problemas y sufrimiento por causa de esos datos archivados, que incluso no recordamos; pero que están ahí haciendo daño. Los spicólogos, hurgando en nuestra mente sacan éstos datos; pero suelen servir para sufrir más pues el recuerdo flota y no cura, mientras que si te lo saca Cristo, lo primero que hace es ayudarte a perdonar. Nosotros no podemos perdonar, así como así. Lo mismo que mi vida cambió, aunque necesita más cambio, así Dios ayuda a todo aquel que pone su fe y esperanza en el Creador, el que hizo la barca, la va a reparar, dejándola nueva.
Reconozcamos con humildad que tenemos archivada mucha basura en nuestra mente, porque eso es lo que recogemos diariamente a través de televisión, radio, prensa y también en el contacto diario con la sociedad. También nacemos con lo que han tenido en mente nuestros ancestros –antepasados- hasta la cuarta generación, por parte materna y paterna, y para librarnos de éstos males hay que pedir perdón al Señor, pues todo lo bueno y malo se hereda, como también hemos heredado el pecado de Adán, del que se encargó Jesús dando su vida en la Cruz, y derramando abundante sangre, que no apreciamos lo suficiente por falta de humildad, por falta de voluntad y por poner los ojos en todo lo prohibido.
Demos gracias a Dios, porque por medio del sacrificio de Cristo fuimos perdonados los que le hemos aceptado como nuestro único Salvador. ¡No hay otro camino, ni mas Verdad que Jesús. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de él. Las religiones son un mito, son la obra de Satanás para apartarnos de Nuestro Señor y Salvador, el que murió en la Cruz, humillado, despreciado, maltratado, solo por salvarnos a nosotros, hombres pecadores, egoístas, vanidosos, orgullosos y un sinfín de maldades que nadie nos podía perdonar, excepto Jesús. ¡Bendita Cruz! ¡Bendita Sangre!
San Martín de Podes -Gozón-
Cecilio García Fernández
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