Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. San Marcos, 7:6-8.
Para acudir a nuestro Dios, ¿Es necesario renunciar a nuestra personalidad y ser completamente absorbidos por una forma de religión o por una secta?
Jesucristo mismo se pronunció enérgicamente contra las formas, costumbres y tradiciones, reprochando a los dirigentes religiosos de su tiempo, como pasa con los actuales, que la gente se acercara al Dios de las religiones; pero algún día tendrán que rendir cuentas al Dios Supremo.
Los responsables de que los hombres y mujeres se vean en la necesidad de tener que persignarse, arrodillarse, sentarse, levantarse, y otros ritos, que se hacen por costumbre, ya que la Palabra de Dios es contraria a esos formulismos, que anulan la personalidad del creyente, cuando él, -Cristo-, fue quien creó a los seres humanos con capacidades y sensaciones tan diferentes los unos de los otros, tal como somos, por su voluntad.
Cada ser humano, con las características que Dios le ha dado, debe de buscar a Dios de acuerdo con su forma de ser, sus sentimientos, su espiritualidad, tal como nos ocurre cuando escuchamos una obra musical o nos vemos ante una obra de arte.
Para buscar a Dios también lo hacemos con nuestros medios, que Dios nos ha dado, como son la humildad, fe, obediencia y mansedumbre, entre otras virtudes. No valen normas establecidas para buscar a Dios.
Lo que más le agrada a Dios de los hombres, es que le adoremos, alabemos, que nos rindamos a él; luego que tratemos a nuestros semejantes, como nos gustaría que nos trataran a nosotros; pero lo primero y más importante es reconocer a Jesús como el único Salvador e intermediario, entre Dios y los hombre.
Para que se puedan cumplir éstos deseos del Señor, hay que leer mucho su Palabra y orar, que es hablar con nuestro Padre. No hay otra forma de poder llegar al Padre si no es por medio del Hijo. Así está establecido por Dios, y no importa que hombres, como tu y yo, pretendan anular su Palabra, sustituyéndola por la de ellos, pecadores como todos nosotros.
Un creyente tiene la misma libertad de expresarse ante Dios que un obispo, con la diferencia de que el obispo está apartado de Dios por no respetar su Santa Palabra y poner su fe, en imágenes.
¿Qué le importa al Señor que un creyente sepa mucha filosofía, latín o cualquier otra asignatura? ¿Le importará algo al Señor si nuestra capa es de lana, lino, ó si va bordada de plata ú oro? ¿Queremos impresionar a Dios con nuestras vestiduras? Dios ya dictó sus mandatos, ahora obedezcámoslos. Ahora nos toca a todos leer las Escrituras e interpretarlas, con el poder del Espíritu Santo; pero, ¿quién tiene ese poder? Lo tienen solamente los que se han entregado a Cristo; pero no lo tienen los que adoran imágenes., que es idolatría.
¿Son duras éstas verdades? Naturalmente que sí; pero tengo la Palabra de Dios a mi alcance y con ella puedo responder. ¡Seamos humildes y mansos como él, dijo Jesús!
Ayer vi por la televisión un grupo de jóvenes que iban a entregar su renuncia como católicos. Iban con un buen cargamento de papel para formular su renuncia, y les sobra razón ya que, yo que renuncio a toda religión ó secta, que para el caso es lo mismo, y me siento estafado, engañado y burlado, por figurar en los libros de la parroquia como católico, cuando yo soy un ser humano que creo y acepto a Jesús como mi Salvador. Creo en el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo lo demás me sobra. Las religiones ya vemos lo que dieron, lo que dan y darán.
Hombres de talento, intelectuales, cultos y sobresalientes en muchas materias los hay en todo el mundo, en todas las religiones y en todas las culturas; pero Dios jamás nos ha dicho que él quería hombres sabios sobre éstos temas. Él nos manda pedirle sabiduría; pero sabiduría que viene de lo alto, no de una Universidad.
Dios capacita y reparte dones a todos los hombres; pero nosotros no los aprovechamos porque el hombre es un auténtico tirano y explotador del hombre, y esas capacidades que Dios reparte gratuitamente, son cortadas de raíz por la ambición del hombre. Dios no quiere que se mueran millones de niños de hambre; pero el hombre sí que lo quiere y se cumple su voluntad, con la ayuda de los altos dirigentes, políticos, económicos y religiosos, que son los que en todo tiempo han gobernado el mundo y lo siguen gobernando, para la desgracia de la humanidad, sin hacer el mínimo caso a la Santa Palabra de Dios, obra perfecta y sabia para el bien y salvación de toda la humanidad.
Las formas religiosas casi siempre están ligadas a la muerte espiritual; pero la fe en Jesucristo es la liberación y la verdadera vida que se nos ofrece gratuitamente y que fue comprada por la Sangre de Cristo en la Cruz.
La fe no consiste en ser un ingenuo o credulidad ciega. Se trata simplemente de aceptar o negar, el mensaje de las Escrituras, porque el creyente cree, y acepta el mensaje que le proporcionan las Escrituras, porque reconocemos que Dios habla a través de ellas.
La verdadera fe no tiene nada que ver con la superstición, el fanatismo, o la inmoderada exaltación de las emociones. Es un acto de obediencia a Dios, la convicción de que Dios siempre tiene la razón, y que debemos de actuar de acuerdo con sus enseñanzas y mandatos.
Lo mismo que Satanás tiene poder para tentarnos, Dios obra con su poder para dirigirnos, aconsejarnos y mostrarnos su voluntad; pero de tal manera nos ha creado libres, que podemos rechazar los sabios consejos que Dios nos da.
Las tentaciones de Satanás resultan muy difíciles de rechazar, debido a que él siempre nos ataca en nuestros puntos más flacos. ¡Qué te gustan las mujeres! Bueno, pues el enemigo se encargará de enviarte una. Luego librarse de tales tentaciones es muy difícil. Cuando viene la primera tentación a nuestra mente, ya sabemos que tiene malas consecuencias y que las hay que pagar; pues ahí, en ese momento crucial, es cuando hay que rechazar tal oferta; pero si la fe está puesta en un dios falso, un madero bien tallado, el resultado es nulo. Caemos como lo que somos; pero si la fe está depositada en Jesús, nuestra mente se fortalece y sus palabras llegan a nosotros con poder y autoridad, rechazando todo tipo de ofertas peligrosas.
Si vemos una familia, barrio, pueblo, nación ó continente, metido en guerras, del tipo que sean, ya estamos seguros de las creencias de tal familia, pueblo o nación. Todas las contiendas se arman por odios, envidias, orgullos, egoísmos y otros muchos problemas impropios de un cristiano. En la mente de un auténtico cristiano no tiene cabida tanta basura como hay en éste mundo. Todos conocemos en nuestros pueblos el nombre de las personas buenas y malas, eso mirando con nuestros ojos deformados por nuestro pecado, que si viéramos con los ojos de Dios, nos asustaríamos.
La fe nos exige más que la música, el cante, deportes ó cualquier otra rama del saber, ya que la fe es la esencia de nuestra vida, de ella dependen todas las cosas. Ver las horas que un buen músico dedica a la música, ensayando día tras día, para poder dar correctamente todas las notas y acordes.
La Palabra de Dios es difícil de cumplir; pero si no la conocemos es imposible que podamos dar una nota bien. Hay que estudiar la Palabra, conocerla bien, saber interpretarla y luego ponerla en marcha, para obrar como Dios nos manda. El poner cara de místico, de humildad fingida y éstas cosas propias de las religiones, no sirven ni para engañar al sacristán del pueblo. Yo he sido sacristán, y cuando veía alguna “Señora” acercarse al altar para recibir el pan, con cara de misterio, yo decía para mi interior, ¡Anda que te conozco!. Pero para no mentir, también debo de decir que muchas personas no hacían teatro y vivían los siete días de la semana como cristianas. De todo hay en la viña del Señor.
Estos “chascarrillos” nos demuestran y enseñan que la palabra es muerta si no va acompañada de buenos actos. Dios está vivo y Jesús es Dios. Él obra en nuestra mente y corazón, y lo digo por experiencias vividas que son las que han fortalecido mi fe.
La fe cristiana no se compone de dogmas, como la religión, se trata de una relación vital entre el hombre y su Creador. Es natural y justo que así sea. Ver como, la gran mayoría de los animales, nada más nacer, ya saben defenderse solos en la vida, y jamás verán a sus padres. Conocen sus enemigos, sus alimentos, y ésta obra no la podemos hacer los hombres; porque nosotros somos espíritu, tenemos conciencia y hasta el hombre solitario, apartado de todo ser viviente, tiene la necesidad de creer en algo.
Ese hombre, el día que fallezca será juzgado, no por lo que creyó, pues nadie le habló de Dios; pero la naturaleza ya le está diciendo que los árboles, las plantas, frutos de todo tipo, frío y calor, sol y sombra, hambre y sed, alegrías y penas, son causas suficientes para saber que hay un Creador. Él está solo con su familia; pero sabe que hay algo que está oculto para él, porque él, es espíritu como tú y yo, y tiene la necesidad de adorar a quien le dio la vida, incluso sin saber quien fue.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
Versos Cristianos por Cecilio Garcia
miércoles, 27 de octubre de 2010
LA OLIMPIADA
Por una olimpiada más,
están los pueblos luchando;
más yo pregunto: Hasta cuándo
el hombre debe sufrir,
si es que se puede decir
todo lo que estoy pensando.
Se compran embajadores,
igual que tú compras fruta,
y que nadie les discuta
porque venden el honor,
que es causa de gran dolor,
por manejar la batuta.
Va nuestra Reina volando,
a defender bien a España;
Pero un príncipe, con saña
hace pregunta indiscreta:
¿Sigue matando la ETA?
¡Y nadie defendió a España!
Los Ingleses nos derrotan,
y siguen con el Peñón,
ha dicho un buen socarrón,
con sorna; mas se equivoca,
pues, para tapar su boca,
nos sobra con la razón.
Enviamos Socialistas,
unidos con Populares;
pero todos son iguales,
y las luchas son internas,
escandalosas y eternas,
y amigos de las maldades.
También fueron deportistas
que viven en la “miseria”,
y aquí, la cosa ya es seria;
porque abundan futbolistas
médicos y masajistas,
para hablar de cosas serias.
Todo Madrid enmudece
y hasta lloran abundante;
por causa del mal talante,
pues perdimos la partida,
que ya estaba “digerida.”
Ahora no hay quien nos aguante.
París se quedó sin almas
-se quedó como el desierto-
y esto que digo, es bien cierto:
Que el inglés nos derrotó;
pero alguno lo pagó
por que hoy, han tocado a muerto.
Los terroristas nos buscan
igual que a las alimañas;
y nos sacan las entrañas
con júbilo y gran placer;
Porque nos quieren vencer,
usando sus malas mañas.
Unos, por ser islamitas
mueren y se van al cielo;
Les pasa, igual que al Clero,
cuando nuestra Inquisición,
solo por leer la Biblia,
te queman en un fogón.
Estamos en guerras santas
entre varias religiones;
que caen en tentaciones
de vencer a su contrario,
luchando como un corsario,
por muy distintas razones.
Cuando nos matan con bombas,
Y siempre por fanatismo,
caemos en el abismo
de no querer comprender,
que mueren por no comer,
abuelos, padres y niños.
Cuando mueren dos personas
por una bomba enemiga,
el pueblo ya determina
que hay que matarlos a todos;
pero escondemos los lodos,
¡Y eso sí que tienen miga!
Ya nos llaman “pueblos ricos”,
y el resto muere matando;
y Cristo dice: ¿Hasta cuándo?
Más yo no tengo respuesta;
pero al gallo pendenciero,
debemos darle en la cresta.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
están los pueblos luchando;
más yo pregunto: Hasta cuándo
el hombre debe sufrir,
si es que se puede decir
todo lo que estoy pensando.
Se compran embajadores,
igual que tú compras fruta,
y que nadie les discuta
porque venden el honor,
que es causa de gran dolor,
por manejar la batuta.
Va nuestra Reina volando,
a defender bien a España;
Pero un príncipe, con saña
hace pregunta indiscreta:
¿Sigue matando la ETA?
¡Y nadie defendió a España!
Los Ingleses nos derrotan,
y siguen con el Peñón,
ha dicho un buen socarrón,
con sorna; mas se equivoca,
pues, para tapar su boca,
nos sobra con la razón.
Enviamos Socialistas,
unidos con Populares;
pero todos son iguales,
y las luchas son internas,
escandalosas y eternas,
y amigos de las maldades.
También fueron deportistas
que viven en la “miseria”,
y aquí, la cosa ya es seria;
porque abundan futbolistas
médicos y masajistas,
para hablar de cosas serias.
Todo Madrid enmudece
y hasta lloran abundante;
por causa del mal talante,
pues perdimos la partida,
que ya estaba “digerida.”
Ahora no hay quien nos aguante.
París se quedó sin almas
-se quedó como el desierto-
y esto que digo, es bien cierto:
Que el inglés nos derrotó;
pero alguno lo pagó
por que hoy, han tocado a muerto.
Los terroristas nos buscan
igual que a las alimañas;
y nos sacan las entrañas
con júbilo y gran placer;
Porque nos quieren vencer,
usando sus malas mañas.
Unos, por ser islamitas
mueren y se van al cielo;
Les pasa, igual que al Clero,
cuando nuestra Inquisición,
solo por leer la Biblia,
te queman en un fogón.
Estamos en guerras santas
entre varias religiones;
que caen en tentaciones
de vencer a su contrario,
luchando como un corsario,
por muy distintas razones.
Cuando nos matan con bombas,
Y siempre por fanatismo,
caemos en el abismo
de no querer comprender,
que mueren por no comer,
abuelos, padres y niños.
Cuando mueren dos personas
por una bomba enemiga,
el pueblo ya determina
que hay que matarlos a todos;
pero escondemos los lodos,
¡Y eso sí que tienen miga!
Ya nos llaman “pueblos ricos”,
y el resto muere matando;
y Cristo dice: ¿Hasta cuándo?
Más yo no tengo respuesta;
pero al gallo pendenciero,
debemos darle en la cresta.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
LA MUERTE
Si vas al tanatorio -por desgracia-
quizás te quedarás frustrado,
por ver al ser que más amabas,
dentro de un ataúd, muy bien pintado.
La marcha es triste y angustiosa,
si partimos sin rumbo conocido;
pues por falta de fe, te habrás perdido,
y por falta de información, no te has salvado.
Los que tenemos ya las sienes plateadas,
ó con mechones muy grises en la frente;
con tristezas, y fría luz en las miradas,
nos vamos extinguiendo lentamente.
¿No existen en tu vida desengaños,
que has podido evitar con armonía?
¿No sabes que sin Cristo, tu agonía,
te llevará a sufrir, años tras años?
Los fracasos, las penas y alegrías,
los lamentos de la juventud perdida,
que se escapó, igual que un fugitivo;
dejando en nuestro corazón su herida.
Lamentarás el tiempo que has perdido,
esperando subir muchos peldaños,
llevando golpes y más golpes por la vida,
como un niño infeliz de pocos años.
Debemos meditar muy bien las cosas,
pensando en las Palabras verdaderas,
pues la ignorancia, nos pesa como losas,
que te atan a fracasos, y a cadenas.
La vida, que Dios a me ha regalado,
debo de administrarla sabiamente,
pues sabiamente, a todos nos la ha dado,
no tratemos de imitar al insolente.
Solo una vez pasamos por la tierra,
por lo tanto, debemos ser prudentes,
buscando siempre paz, y jamás guerra,
que por matar, el hombre no es valiente.
Nuestra piel, con arrugas, más los huesos,
llevan dentro metida nuestra historia,
y una vez que nos llevan al sepulcro,
somos polvo, pero el alma,
es la ruina, o la victoria.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
quizás te quedarás frustrado,
por ver al ser que más amabas,
dentro de un ataúd, muy bien pintado.
La marcha es triste y angustiosa,
si partimos sin rumbo conocido;
pues por falta de fe, te habrás perdido,
y por falta de información, no te has salvado.
Los que tenemos ya las sienes plateadas,
ó con mechones muy grises en la frente;
con tristezas, y fría luz en las miradas,
nos vamos extinguiendo lentamente.
¿No existen en tu vida desengaños,
que has podido evitar con armonía?
¿No sabes que sin Cristo, tu agonía,
te llevará a sufrir, años tras años?
Los fracasos, las penas y alegrías,
los lamentos de la juventud perdida,
que se escapó, igual que un fugitivo;
dejando en nuestro corazón su herida.
Lamentarás el tiempo que has perdido,
esperando subir muchos peldaños,
llevando golpes y más golpes por la vida,
como un niño infeliz de pocos años.
Debemos meditar muy bien las cosas,
pensando en las Palabras verdaderas,
pues la ignorancia, nos pesa como losas,
que te atan a fracasos, y a cadenas.
La vida, que Dios a me ha regalado,
debo de administrarla sabiamente,
pues sabiamente, a todos nos la ha dado,
no tratemos de imitar al insolente.
Solo una vez pasamos por la tierra,
por lo tanto, debemos ser prudentes,
buscando siempre paz, y jamás guerra,
que por matar, el hombre no es valiente.
Nuestra piel, con arrugas, más los huesos,
llevan dentro metida nuestra historia,
y una vez que nos llevan al sepulcro,
somos polvo, pero el alma,
es la ruina, o la victoria.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
LA MUERTE DE UN HOMBRE -Un Papa-
En estos días tan tristes
puedes perder la razón,
por ver, por televisión,
donde llega el fanatismo,
que nos mete en el abismo,
sin remedio, ó solución.
Los amantes del poder,
ofenden, sin más razón.
Según voy viendo canales,
el dolor me va en aumento,
y creerme, que no miento;
porque existe una razón,
fruto de una bendición,
y no de envanecimiento,
que suele ser doloroso
como el azote del viento.
¡Que dolor ver gobernantes,
ajenos a religiones,
encontrarse en achuchones,
casi pisando a la gente,
al cobarde y al valiente,
que por querer figurar,
dicen que va a enterrar,
al hombre más eminente.
¡Que dolor, y que tristeza
le damos todos a Cristo;
porque esto, no está bien visto.
¡No adorar a un pecador,
porque quien sufre el dolor
es el Señor Jesucristo,
que llora, por lo que ha visto,
pues es una cosa extraña,
que quien gozó de riquezas
le alabemos sus flaquezas.
Nos dicen que sigue a Pedro;
más yo a Pedro conocí,
y por todo lo que oí
era un hombre pescador,
pero vivió con honor,
dando su vida por Cristo,
que fue por quien él murió,
y eso debe estar bien visto.
Pedro no vivió con lujos,
ni conoció la abundancia,
ni viajó con arrogancia;
porque vivió en humildad,
que esa es la mayor Verdad
de quien quiere dar ejemplo,
dentro, y fuera del templo,
a toda la humanidad.
¡Que espectáculos se montan
para “coger más poder”,
siendo más humano ver,
que el buen seguidor de Cristo,
ha de salir del abismo,
no con riquezas, con fe;
pero por lo que se ve,
hay quien no piensa lo mismo!
Por qué, se pregunta el pueblo,
se amontonan las riquezas,
y los niños, con flaquezas,
van llorando por caminos,
por causa de los cretinos
que han confundido la fe;
pues creen lo que se ve,
y al verse, ya no es Divino.
Estos días tan penosos,
para el más Grande Señor,
sé que le causé dolor,
cuando he enciendo la tele.
¿Y por qué al Señor le duele
esta triste adoración?
¡Porque tener gran corazón;
pero el mundo le aborrece!
Señor: Yo quiero expresarte
desde mi triste atalaya,
que todo aquel que se vaya
corriendo detrás del viento,
ha de sufrir el tormento,
de la Justicia Divina;
porque así lo determina,
Tú Sabia y Santa Palabra;
que nos dice, que quien labra,
ha de escoger la semilla.
Ayer, cuando yo veía
mi ingrata televisión,
no acepté la solución;
de “vender” hipocresía,
porque el mundo bien sabía
donde reina la razón,
que lleva a la salvación
que Cristo nos ofrecía.
Ayer, cuando yo oia,
llantos por televisión,
no creí lo que allí había;
¿Era una falsa ilusión?
pues todo lo que veía,
no entraba en mi corazón,
porque son almas vendidas,
solo por motivación.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
puedes perder la razón,
por ver, por televisión,
donde llega el fanatismo,
que nos mete en el abismo,
sin remedio, ó solución.
Los amantes del poder,
ofenden, sin más razón.
Según voy viendo canales,
el dolor me va en aumento,
y creerme, que no miento;
porque existe una razón,
fruto de una bendición,
y no de envanecimiento,
que suele ser doloroso
como el azote del viento.
¡Que dolor ver gobernantes,
ajenos a religiones,
encontrarse en achuchones,
casi pisando a la gente,
al cobarde y al valiente,
que por querer figurar,
dicen que va a enterrar,
al hombre más eminente.
¡Que dolor, y que tristeza
le damos todos a Cristo;
porque esto, no está bien visto.
¡No adorar a un pecador,
porque quien sufre el dolor
es el Señor Jesucristo,
que llora, por lo que ha visto,
pues es una cosa extraña,
que quien gozó de riquezas
le alabemos sus flaquezas.
Nos dicen que sigue a Pedro;
más yo a Pedro conocí,
y por todo lo que oí
era un hombre pescador,
pero vivió con honor,
dando su vida por Cristo,
que fue por quien él murió,
y eso debe estar bien visto.
Pedro no vivió con lujos,
ni conoció la abundancia,
ni viajó con arrogancia;
porque vivió en humildad,
que esa es la mayor Verdad
de quien quiere dar ejemplo,
dentro, y fuera del templo,
a toda la humanidad.
¡Que espectáculos se montan
para “coger más poder”,
siendo más humano ver,
que el buen seguidor de Cristo,
ha de salir del abismo,
no con riquezas, con fe;
pero por lo que se ve,
hay quien no piensa lo mismo!
Por qué, se pregunta el pueblo,
se amontonan las riquezas,
y los niños, con flaquezas,
van llorando por caminos,
por causa de los cretinos
que han confundido la fe;
pues creen lo que se ve,
y al verse, ya no es Divino.
Estos días tan penosos,
para el más Grande Señor,
sé que le causé dolor,
cuando he enciendo la tele.
¿Y por qué al Señor le duele
esta triste adoración?
¡Porque tener gran corazón;
pero el mundo le aborrece!
Señor: Yo quiero expresarte
desde mi triste atalaya,
que todo aquel que se vaya
corriendo detrás del viento,
ha de sufrir el tormento,
de la Justicia Divina;
porque así lo determina,
Tú Sabia y Santa Palabra;
que nos dice, que quien labra,
ha de escoger la semilla.
Ayer, cuando yo veía
mi ingrata televisión,
no acepté la solución;
de “vender” hipocresía,
porque el mundo bien sabía
donde reina la razón,
que lleva a la salvación
que Cristo nos ofrecía.
Ayer, cuando yo oia,
llantos por televisión,
no creí lo que allí había;
¿Era una falsa ilusión?
pues todo lo que veía,
no entraba en mi corazón,
porque son almas vendidas,
solo por motivación.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
martes, 26 de octubre de 2010
LAMENTOS
Yo compadezco a los hombres
que viven sin ilusión,
porque es la peor “razón”
para lograr una meta;
no siendo que haya una treta,
guardada en el corazón.
Las ilusiones son vanas
si aspiras solo a fortuna;
porque sé, que más de una,
y me refiero a ilusiones,
que destrozó corazones
por no poner la “vacuna”.
Para formar bien a un hombre,
hay que empezar de pequeños,
porque los fuegos sin leños
poco calor van a dar;
y entonces, el amasar,
es de torpes y de necios.
No hay buen pan sin levadura,
ni alumno, sin un maestro,
y sé bien porque digo esto;
ya que tengo muchos años,
y sufrí mil desengaños,
y aguantando malos gestos.
Jamás te fíes de nadie,
para evitar sufrimientos;
que pueden ser escarmientos
que alteran la adrenalina,
que inflama, como bencina,
nuestros flacos sentimientos.
Todos vivimos sedientos,
y Cristo es el Agua Viva,
que cura y sana la herida
y también quita la sed,
de todo el que no es soez
y aprecia lo que es la vida.
Hay millones de sedientos
que ven el agua correr;
pero no pueden creer
que el agua que está corriendo,
los puede estar consumiendo;
porque no quita la sed.
Muchos beben y se sacian;
pero con aguas corrientes,
y jamás son consecuentes
que hay aguas más cristalinas,
puras, santas y divinas,
para los más exigentes.
Muchos beben en las charcas
de la pura hipocresía,
y dicen, con osadía,
que ellos dan la salvación;
pero toma precaución;
pues viven de fantasía.
Jesús no cuenta mentiras,
y ofreció de corazón,
a quien cree en su razón,
y cumple con sus promesas.
Es nuestro amigo,¿lo dejas?
¿Quieres mejor solución?.
No gastes moneda en viajes,
que nadie te va a sanar;
ya que puedes comprobar,
que quien te ofrece salud,
no nos puede dar la Luz,
y mucho menos salvar.
Jamás vayas a una cueva
en busca de salvación;
Porque eso es la perdición
y una gran ofensa a Cristo,
que por lo que ya hemos visto,
Cristo da la Redención.
No compararme la Cruz,
con la corona de espinas,
y sus palabras divinas,
con los palacios lujosos,
y manjares muy sabrosos
que a los hombres nos fascinan.
Quien quiera salvar su vida
tiene que elegir la Cruz,
no hacer como el avestruz,
agachando la cabeza;
Dios mío, que gran torpeza,
por no elegir a Jesús.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
que viven sin ilusión,
porque es la peor “razón”
para lograr una meta;
no siendo que haya una treta,
guardada en el corazón.
Las ilusiones son vanas
si aspiras solo a fortuna;
porque sé, que más de una,
y me refiero a ilusiones,
que destrozó corazones
por no poner la “vacuna”.
Para formar bien a un hombre,
hay que empezar de pequeños,
porque los fuegos sin leños
poco calor van a dar;
y entonces, el amasar,
es de torpes y de necios.
No hay buen pan sin levadura,
ni alumno, sin un maestro,
y sé bien porque digo esto;
ya que tengo muchos años,
y sufrí mil desengaños,
y aguantando malos gestos.
Jamás te fíes de nadie,
para evitar sufrimientos;
que pueden ser escarmientos
que alteran la adrenalina,
que inflama, como bencina,
nuestros flacos sentimientos.
Todos vivimos sedientos,
y Cristo es el Agua Viva,
que cura y sana la herida
y también quita la sed,
de todo el que no es soez
y aprecia lo que es la vida.
Hay millones de sedientos
que ven el agua correr;
pero no pueden creer
que el agua que está corriendo,
los puede estar consumiendo;
porque no quita la sed.
Muchos beben y se sacian;
pero con aguas corrientes,
y jamás son consecuentes
que hay aguas más cristalinas,
puras, santas y divinas,
para los más exigentes.
Muchos beben en las charcas
de la pura hipocresía,
y dicen, con osadía,
que ellos dan la salvación;
pero toma precaución;
pues viven de fantasía.
Jesús no cuenta mentiras,
y ofreció de corazón,
a quien cree en su razón,
y cumple con sus promesas.
Es nuestro amigo,¿lo dejas?
¿Quieres mejor solución?.
No gastes moneda en viajes,
que nadie te va a sanar;
ya que puedes comprobar,
que quien te ofrece salud,
no nos puede dar la Luz,
y mucho menos salvar.
Jamás vayas a una cueva
en busca de salvación;
Porque eso es la perdición
y una gran ofensa a Cristo,
que por lo que ya hemos visto,
Cristo da la Redención.
No compararme la Cruz,
con la corona de espinas,
y sus palabras divinas,
con los palacios lujosos,
y manjares muy sabrosos
que a los hombres nos fascinan.
Quien quiera salvar su vida
tiene que elegir la Cruz,
no hacer como el avestruz,
agachando la cabeza;
Dios mío, que gran torpeza,
por no elegir a Jesús.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
LA MALDAD DEL HOMBRE -Léan detenidamente, por favor-
Raíz de todos los males es la INIQUIDAD, que se hereda de nuestros ancestros; no así el pecado por tratarse de un acto voluntario que cometemos por la abundancia de maldad que hay en nuestro corazón y mente, y que, decidimos nosotros libremente, bien por envidia, rencores, odios, egoísmo, y cientos de maldades que anidan en nuestro corazón.
Cuando usted oiga decir que han hecho un santo, recuerde la Palabra de Dios que dice: Bueno no hay ni uno, y cuando Dios dice que no hay ni uno, hay que creerle; pues él no miente. ¿Cómo puedo yo decir que un hombre es bueno si yo carezco de capacidad para conocer todas mis maldades?
¿Quién de vosotros, que está leyendo estos comentarios, no se avergonzaría si supiese el vecino, amigo, jefe de trabajo, sin mencionar a los políticos, religiosos, deportistas, etc. etc., lo que hemos hablado de ellos en reuniones, con otro vecino, en nuestra propia casa, padres con hijos e hijos con padres, sacando todas las miserias que los citados hombres y mujeres, sin darnos cuenta que nosotros estamos pringados de pies a cabeza y nos creemos casi perfectos, para colmo? ¿No es cierto que no nos atreveríamos a salir de casa?
¿No nos daría vergüenza, ver al hijo del vecino que lleva quince años estudiando y no termina nunca la carrera? ¿Y esa joven que está tan gorda, que da pena verla? Pensar que hablamos mal de todo el mundo y siempre la razón está de nuestra parte. ¡Faltaría más!
Estamos obligados a vencer la iniquidad que es una raíz muy fuerte que se halla hasta en nuestras entrañas y nos destroza. Los niños formados en iniquidad traen “sordera espiritual”, vamos, que las palabras que se les diga sobre Cristo, les entra por un oído y les sale por el otro.
Como remedio para librarnos de tanto mal como mora en nuestro corazón y mente, hay que entregarse a Cristo y él perdona todos nuestros pecados, si andamos en obediencia; pero para que, en esta vida que disfrutamos y sufrimos aquí en la tierra, no nos vengan enfermedades y desgracias, hay que reconocer lo que somos y orar de todo corazón, pidiendo a Dios, en el nombre de Jesús, que nos perdone por todos los males hechos por nuestros antepasados, hasta la cuarta generación, como si fuésemos nosotros los que los hayamos cometido, diciendo: yo maté, robé, etc. Naturalmente que hay que mencionar todos cuantos pecados conozcamos de nuestros ancestros; pero añadiendo más, ya que la maldición de todo pecado recae sobre nosotros aquí en la tierra, aunque la salvación está asegurada por la misericordia de Cristo.
Recordar que, el Padrenuestro, como oración dice: perdónanos, cuando podía decir: perdóname. Bien; pues sigue diciendo: así como “nosotros perdonamos”, etc. Dios no se equivoca, lo que quiere decir, que él nos manda orar y pedir perdón por todos los pecadores, pues Dios ama todo lo que él creó y quiere que nos salvemos todos.
En Levíticos 26:1 y 21, dice: No haréis para vosotros ídolos ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.
Aunque por ignorancia, la gente se toma a broma todos los mandatos y advertencias que Dios nos hace, hay que tener muy presente que nacemos con pecados heredados, que son enfermedades, como abortos, porque han abortado mujeres de nuestros ancestros, sexo en abundancia, por la misma razón, crímenes, maldiciones, homosexuales, y todas las aberraciones que hoy y siempre existieron.
Nos parece que los niños pequeños son auténticos ángeles. Bien es verdad que Cristro los salva a todos; pero no olvidemos que ya con muy pocos años, son crueles para otros niños, y la palabra ¡no….! está siempre ahí en sus bocas, protestando, recordándonos la desobediencia con la que han nacido. La envidia también se manifiesta en todos los niños, y “seguimos” siendo envidiosos hasta la muerte.
Demos gracias a Dios, que Cristo siempre está dispuesto a recibirnos y salvarnos, si vamos a él con humildad pidiéndole perdón.
Respecto a la envidia, hay que tener presente que para el ser humano es peor que el cáncer y el sida, ya que estas enfermedades solo matan el cuerpo; pero puedes salvar el alma; mas con la envidia no, porque las enfermedades citadas son del cuerpo, y el cuerpo no tiene valor alguno, en el campo espiritual; mientras que la “envidia” no está en los riñones o el hígado. La envidia está en el en el alma y no hay cirujano en la tierra que la pueda extirpar.
¡Por favor!, medita un poco, no es tan difícil. Mira lo que somos, de dónde venimos, a donde vamos. Mira que hasta un pequeño pájaro es una obra maravillosa. Observa una planta, mira el mar y todos los tesoros que guarda, mira los pájaros volando en formación, como el mejor ejército; pero estos no hacen instrucción, traen la lección aprendida. ¿Quién será el instructor? ¿En qué piensas? ¿Es posible salvarse sin entregarse al Salvador? ¡Naturalmente que no!
Marcos 16:15-16. Y les dijo: Id por “todo” el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Estas palabras de Jesús han sido burladas, ignoradas, modificadas, ya que Él dice: el que creyere y “fuere bautizado” será salvo; pero la Iglesia oficial no dice nada (ignora, oculta); pero hace lo que quiere y bautiza los niños a los ocho días de nacer. Jesús no dijo tal cosa. Primero creer, y luego confirmar esa creencia bautizándote; pero lo que hacen es bautizar al recién nacido y decir: un católico más a la lista, como hacen los políticos: ¡Un voto más!
También dice el versículo 15: “predicar el Evangelio”; pero, ¿qué Evangelio se predica si todo está ocultado? Jesús ordenó predicar su Evangelio, no mandó adorar santos y vírgenes. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero no mando fundar una empresa para fabricar santos en serie. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero jamás dijo que había un Purgatorio y que, pagando “misas” –los que pueden- ganarían el Cielo. Las palabras de Jesús son de autoridad, y él dice: El que no creyere en mí será condenado. (versículo 16)
En Lucas 1:46 y 47 dice: Entonces María dijo: Engrandece “mi alma al Señor” (se refiere a su hijo Jesús); y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. (Para quien lo ignore, le diré que el Salvador es Jesús. No hay otro.)
La Iglesia Católica dice que María fue virgen después del parto; pero la Biblia dice, en San Lucas 2:7: Y dio a luz su hijo PRIMOGÉNITO, y lo envolvió en pañales.
En S. Mateo 13:55 dice: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus “hermanos” Jacobo, Simón, José y Judas? (también tenía hermanas) ¿No están todos sus hermanos con nosotros? ¿De donde, pues, tiene éste todas estas cosas?
En el Evangelio de S. Lucas 8:20 y 21. Y se le avisó diciendo: Tu Madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi Madre y mis “hermanos” son los que oyen la Palabra de Dios, y la hacen.
Los Católicos se arrodillan ante el papa y le besan la mano. En HECHOS 10:25 y 26 dice: Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Más Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. ¿Cómo es posible que durante tantos años que existe la Iglesia Católica no hubo nadie que leyese estos versículos?. Si los leyeron, ¿Porqué los desprecian? Así, como éste ejemplo, podíamos poner muchos; pero para muestra, basta un botón.
Romanos 7:14 al 21, Pablo escribe: Porque sabemos que la Ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien mora en mí; pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Como habréis observado, esto parece un rompecabezas; pero para quien haya leído las escrituras resulta muy sencillo. Siempre venimos a parar a lo mismo. Hemos heredado el pecado y viviremos siempre siendo pecadores; pero los que hemos aceptado a Jesús, como nuestro único Salvador, estamos seguros de nuestra salvación, pues está la Biblia llena de versículos, que son promesas de Dios, que nos aseguran la salvación.
Efectivamente, a Pablo le ocurría lo que nos pasa a todos los cristianos, pedimos a Dios que quite de nuestro corazón y mente todo lo malo; pero está así establecido por Dios y seguiremos criticando al hermano, al vecino, a los políticos, a todo lo que se nos ponga por delante. La crítica, los comentarios sin fundamento nos hacen mucho daño y estas palabras, ¡sin mala fe!, como decimos, son como una rueda que, cada vuelta que da, va aumentando la velocidad y pilla todo lo que se le pone por delante.
La “verdad, ó mentira” que salió de nuestra boca, que al principio era del tamaño de una mosca, termina por ser un elefante, porque nuestra maldad la va modificando, siempre hacia el mal.
Esto es lo que pasa entre cristianos. A estos pecados que no quiero hacer; pero hago, aún pidiéndole al Señor de todo corazón que me cambie, ¿Qué no harán los que no se han entregado a Cristo. No somos mejores los entregados a Cristo que los católicos Romanos; pero hay una gran diferencia. Nosotros, pecando; respetamos los mandatos de Cristo. ANDAMOS EN OBEDIENCIA. Yo doy las gracias a Jesús y al Espíritu Santo por el nuevo nacimiento, llamado también cambio de mente y corazón; pero un católico no puede tener ese cambio por desconocer las escrituras y seguir los mandatos de hombres tan pecadores como ellos. Cuando un cristiano se desliza obrando mal, el Espíritu Santo le avisa y de ésta forma nuestra conducta está en armonía con Dios y en nuestro corazón hay paz.
Quien no acepta a Cristo como su único Salvador no puede recibir el Espíritu Santo.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
Cuando usted oiga decir que han hecho un santo, recuerde la Palabra de Dios que dice: Bueno no hay ni uno, y cuando Dios dice que no hay ni uno, hay que creerle; pues él no miente. ¿Cómo puedo yo decir que un hombre es bueno si yo carezco de capacidad para conocer todas mis maldades?
¿Quién de vosotros, que está leyendo estos comentarios, no se avergonzaría si supiese el vecino, amigo, jefe de trabajo, sin mencionar a los políticos, religiosos, deportistas, etc. etc., lo que hemos hablado de ellos en reuniones, con otro vecino, en nuestra propia casa, padres con hijos e hijos con padres, sacando todas las miserias que los citados hombres y mujeres, sin darnos cuenta que nosotros estamos pringados de pies a cabeza y nos creemos casi perfectos, para colmo? ¿No es cierto que no nos atreveríamos a salir de casa?
¿No nos daría vergüenza, ver al hijo del vecino que lleva quince años estudiando y no termina nunca la carrera? ¿Y esa joven que está tan gorda, que da pena verla? Pensar que hablamos mal de todo el mundo y siempre la razón está de nuestra parte. ¡Faltaría más!
Estamos obligados a vencer la iniquidad que es una raíz muy fuerte que se halla hasta en nuestras entrañas y nos destroza. Los niños formados en iniquidad traen “sordera espiritual”, vamos, que las palabras que se les diga sobre Cristo, les entra por un oído y les sale por el otro.
Como remedio para librarnos de tanto mal como mora en nuestro corazón y mente, hay que entregarse a Cristo y él perdona todos nuestros pecados, si andamos en obediencia; pero para que, en esta vida que disfrutamos y sufrimos aquí en la tierra, no nos vengan enfermedades y desgracias, hay que reconocer lo que somos y orar de todo corazón, pidiendo a Dios, en el nombre de Jesús, que nos perdone por todos los males hechos por nuestros antepasados, hasta la cuarta generación, como si fuésemos nosotros los que los hayamos cometido, diciendo: yo maté, robé, etc. Naturalmente que hay que mencionar todos cuantos pecados conozcamos de nuestros ancestros; pero añadiendo más, ya que la maldición de todo pecado recae sobre nosotros aquí en la tierra, aunque la salvación está asegurada por la misericordia de Cristo.
Recordar que, el Padrenuestro, como oración dice: perdónanos, cuando podía decir: perdóname. Bien; pues sigue diciendo: así como “nosotros perdonamos”, etc. Dios no se equivoca, lo que quiere decir, que él nos manda orar y pedir perdón por todos los pecadores, pues Dios ama todo lo que él creó y quiere que nos salvemos todos.
En Levíticos 26:1 y 21, dice: No haréis para vosotros ídolos ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.
Aunque por ignorancia, la gente se toma a broma todos los mandatos y advertencias que Dios nos hace, hay que tener muy presente que nacemos con pecados heredados, que son enfermedades, como abortos, porque han abortado mujeres de nuestros ancestros, sexo en abundancia, por la misma razón, crímenes, maldiciones, homosexuales, y todas las aberraciones que hoy y siempre existieron.
Nos parece que los niños pequeños son auténticos ángeles. Bien es verdad que Cristro los salva a todos; pero no olvidemos que ya con muy pocos años, son crueles para otros niños, y la palabra ¡no….! está siempre ahí en sus bocas, protestando, recordándonos la desobediencia con la que han nacido. La envidia también se manifiesta en todos los niños, y “seguimos” siendo envidiosos hasta la muerte.
Demos gracias a Dios, que Cristo siempre está dispuesto a recibirnos y salvarnos, si vamos a él con humildad pidiéndole perdón.
Respecto a la envidia, hay que tener presente que para el ser humano es peor que el cáncer y el sida, ya que estas enfermedades solo matan el cuerpo; pero puedes salvar el alma; mas con la envidia no, porque las enfermedades citadas son del cuerpo, y el cuerpo no tiene valor alguno, en el campo espiritual; mientras que la “envidia” no está en los riñones o el hígado. La envidia está en el en el alma y no hay cirujano en la tierra que la pueda extirpar.
¡Por favor!, medita un poco, no es tan difícil. Mira lo que somos, de dónde venimos, a donde vamos. Mira que hasta un pequeño pájaro es una obra maravillosa. Observa una planta, mira el mar y todos los tesoros que guarda, mira los pájaros volando en formación, como el mejor ejército; pero estos no hacen instrucción, traen la lección aprendida. ¿Quién será el instructor? ¿En qué piensas? ¿Es posible salvarse sin entregarse al Salvador? ¡Naturalmente que no!
Marcos 16:15-16. Y les dijo: Id por “todo” el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Estas palabras de Jesús han sido burladas, ignoradas, modificadas, ya que Él dice: el que creyere y “fuere bautizado” será salvo; pero la Iglesia oficial no dice nada (ignora, oculta); pero hace lo que quiere y bautiza los niños a los ocho días de nacer. Jesús no dijo tal cosa. Primero creer, y luego confirmar esa creencia bautizándote; pero lo que hacen es bautizar al recién nacido y decir: un católico más a la lista, como hacen los políticos: ¡Un voto más!
También dice el versículo 15: “predicar el Evangelio”; pero, ¿qué Evangelio se predica si todo está ocultado? Jesús ordenó predicar su Evangelio, no mandó adorar santos y vírgenes. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero no mando fundar una empresa para fabricar santos en serie. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero jamás dijo que había un Purgatorio y que, pagando “misas” –los que pueden- ganarían el Cielo. Las palabras de Jesús son de autoridad, y él dice: El que no creyere en mí será condenado. (versículo 16)
En Lucas 1:46 y 47 dice: Entonces María dijo: Engrandece “mi alma al Señor” (se refiere a su hijo Jesús); y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. (Para quien lo ignore, le diré que el Salvador es Jesús. No hay otro.)
La Iglesia Católica dice que María fue virgen después del parto; pero la Biblia dice, en San Lucas 2:7: Y dio a luz su hijo PRIMOGÉNITO, y lo envolvió en pañales.
En S. Mateo 13:55 dice: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus “hermanos” Jacobo, Simón, José y Judas? (también tenía hermanas) ¿No están todos sus hermanos con nosotros? ¿De donde, pues, tiene éste todas estas cosas?
En el Evangelio de S. Lucas 8:20 y 21. Y se le avisó diciendo: Tu Madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi Madre y mis “hermanos” son los que oyen la Palabra de Dios, y la hacen.
Los Católicos se arrodillan ante el papa y le besan la mano. En HECHOS 10:25 y 26 dice: Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Más Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. ¿Cómo es posible que durante tantos años que existe la Iglesia Católica no hubo nadie que leyese estos versículos?. Si los leyeron, ¿Porqué los desprecian? Así, como éste ejemplo, podíamos poner muchos; pero para muestra, basta un botón.
Romanos 7:14 al 21, Pablo escribe: Porque sabemos que la Ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien mora en mí; pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Como habréis observado, esto parece un rompecabezas; pero para quien haya leído las escrituras resulta muy sencillo. Siempre venimos a parar a lo mismo. Hemos heredado el pecado y viviremos siempre siendo pecadores; pero los que hemos aceptado a Jesús, como nuestro único Salvador, estamos seguros de nuestra salvación, pues está la Biblia llena de versículos, que son promesas de Dios, que nos aseguran la salvación.
Efectivamente, a Pablo le ocurría lo que nos pasa a todos los cristianos, pedimos a Dios que quite de nuestro corazón y mente todo lo malo; pero está así establecido por Dios y seguiremos criticando al hermano, al vecino, a los políticos, a todo lo que se nos ponga por delante. La crítica, los comentarios sin fundamento nos hacen mucho daño y estas palabras, ¡sin mala fe!, como decimos, son como una rueda que, cada vuelta que da, va aumentando la velocidad y pilla todo lo que se le pone por delante.
La “verdad, ó mentira” que salió de nuestra boca, que al principio era del tamaño de una mosca, termina por ser un elefante, porque nuestra maldad la va modificando, siempre hacia el mal.
Esto es lo que pasa entre cristianos. A estos pecados que no quiero hacer; pero hago, aún pidiéndole al Señor de todo corazón que me cambie, ¿Qué no harán los que no se han entregado a Cristo. No somos mejores los entregados a Cristo que los católicos Romanos; pero hay una gran diferencia. Nosotros, pecando; respetamos los mandatos de Cristo. ANDAMOS EN OBEDIENCIA. Yo doy las gracias a Jesús y al Espíritu Santo por el nuevo nacimiento, llamado también cambio de mente y corazón; pero un católico no puede tener ese cambio por desconocer las escrituras y seguir los mandatos de hombres tan pecadores como ellos. Cuando un cristiano se desliza obrando mal, el Espíritu Santo le avisa y de ésta forma nuestra conducta está en armonía con Dios y en nuestro corazón hay paz.
Quien no acepta a Cristo como su único Salvador no puede recibir el Espíritu Santo.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
LA LUCHA COTIDIANA
Mirar que el hombre se esfuerza,
y lucha por todas partes.
No vale esfuerzos, ni fuerzas,
seso, ni mañas, ni artes.
¿Qué vale un consejo ajeno,
si no hay enmienda o castigo?
¿Cómo es lo malo, o lo bueno,
si no escuchas lo que digo?
El fuego, es pura brasa
que termina por matar,
a todo el que se desfasa,
en su triste caminar.
Ignoro si alguien me entiende,
que al matar, el fuego es cruel,
pero todo el que lo enciende,
sabe si es por mal, o bien.
Hay fuegos abrasadores
que solo nos traen mal;
pero los más habladores,
abrasan a tal y cual.
Lenguas que queman el alma,
lenguas que causáis dolor,
lenguas que sois un veneno,
madres de todo rencor.
No me excuso de pedir,
remedio para este mal;
pero hemos de resistir,
y lo tengo que decir
caiga bien, o caiga mal.
Quien vive siempre en temor,
jamás puede tener suerte,
que es la causa del dolor
que nos lleva hasta la muerte.
El fuego que nos abrasa
derrite todo mi ser,
pues lo bueno pronto pasa,
tanto fuera, como en casa,
luchemos para vencer.
Y una vez que hayas vencido,
ayuda a otro a luchar,
que hay que ser agradecido,
porque todo bien nacido,
debe de saber amar.
Esfuérzate por servir,
siempre al más necesitado,
no hables, si vas a mentir,
que es vivir equivocado.
Busca la fuente del bien,
y bebe de ella abundante,
y si amarga el paladar,
puedes tomar un calmante.
Valorar la discreción
y no perder la esperanza,
que sea buena la unión,
respetando la templanza.
No hablar mal del enemigo,
aunque nos cueste bastante;
aquí se bien lo que digo,
porque fui buen practicante.
Cristo cambia corazones
y también rompe cadenas,
los santos son ilusiones,
y luego llegan las penas.
Cuando allá te pidan cuentas,
por todas tus oraciones,
Dios no te dará respuestas,
tus santos fueron traiciones.
Lágrimas que has derramado
por ir en la procesión,
son las que te han traicionado,
porque ibas encadenado,
como un preso a la prisión.
No pidas clemencia al Clero
al obispo, o cardenal,
pues no han entrado en el Cielo,
¡No se han podido salvar!
¡Bien que nos avisó Cristo!
¡Buena sangre derramó!
Pero tú, con fanatismo,
fuiste un necio -por lo visto-
y el necio se derrumbó.
Tenemos buen testamento,
palabras de gran saber,
la religión es tormento,
con sus guerras y lamentos,
como puedes comprender.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
y lucha por todas partes.
No vale esfuerzos, ni fuerzas,
seso, ni mañas, ni artes.
¿Qué vale un consejo ajeno,
si no hay enmienda o castigo?
¿Cómo es lo malo, o lo bueno,
si no escuchas lo que digo?
El fuego, es pura brasa
que termina por matar,
a todo el que se desfasa,
en su triste caminar.
Ignoro si alguien me entiende,
que al matar, el fuego es cruel,
pero todo el que lo enciende,
sabe si es por mal, o bien.
Hay fuegos abrasadores
que solo nos traen mal;
pero los más habladores,
abrasan a tal y cual.
Lenguas que queman el alma,
lenguas que causáis dolor,
lenguas que sois un veneno,
madres de todo rencor.
No me excuso de pedir,
remedio para este mal;
pero hemos de resistir,
y lo tengo que decir
caiga bien, o caiga mal.
Quien vive siempre en temor,
jamás puede tener suerte,
que es la causa del dolor
que nos lleva hasta la muerte.
El fuego que nos abrasa
derrite todo mi ser,
pues lo bueno pronto pasa,
tanto fuera, como en casa,
luchemos para vencer.
Y una vez que hayas vencido,
ayuda a otro a luchar,
que hay que ser agradecido,
porque todo bien nacido,
debe de saber amar.
Esfuérzate por servir,
siempre al más necesitado,
no hables, si vas a mentir,
que es vivir equivocado.
Busca la fuente del bien,
y bebe de ella abundante,
y si amarga el paladar,
puedes tomar un calmante.
Valorar la discreción
y no perder la esperanza,
que sea buena la unión,
respetando la templanza.
No hablar mal del enemigo,
aunque nos cueste bastante;
aquí se bien lo que digo,
porque fui buen practicante.
Cristo cambia corazones
y también rompe cadenas,
los santos son ilusiones,
y luego llegan las penas.
Cuando allá te pidan cuentas,
por todas tus oraciones,
Dios no te dará respuestas,
tus santos fueron traiciones.
Lágrimas que has derramado
por ir en la procesión,
son las que te han traicionado,
porque ibas encadenado,
como un preso a la prisión.
No pidas clemencia al Clero
al obispo, o cardenal,
pues no han entrado en el Cielo,
¡No se han podido salvar!
¡Bien que nos avisó Cristo!
¡Buena sangre derramó!
Pero tú, con fanatismo,
fuiste un necio -por lo visto-
y el necio se derrumbó.
Tenemos buen testamento,
palabras de gran saber,
la religión es tormento,
con sus guerras y lamentos,
como puedes comprender.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
Suscribirse a:
Entradas (Atom)