Dios nos regaló la vida.
La tienes que disfrutar.
No la puedes malgastar
perdiendo ese tiempo hermoso,
en discusiones y acosos,
cuando Dios nos manda amar.
No somos dueños de nada.
Desnudo vine a la vida.
Quien la vive reprimida,
no la puede disfrutar,
pues nacimos para amar,
porque hubo Sangre vertida.
Es igual que no lo admitas;
pero tú, tienes conciencia,
y aquí radica la esencia
para regir tú destino.
Vive bien con tú vecino,
y él de ti, tendrá clemencia.
Debes conocer a Cristo
-que es Jesús el Salvador-
Él es Dios y todo Amor,
y murió como un ladrón.
¡Que te robe el corazón!
y te quitará el dolor.
No creas en religiones
que son malos negociantes,
son muy malos caminantes
para llevarlos al lado,
-no andes mas equivocado-
pues tratas con traficantes.
Desde niño, comprendí,
con astucia, o talento,
que la religión es cuento.
Dios perdona los pecados,
Y nosotros limitados,
por afuera, y por dentro.
Así, que debes saber,
ya que Dios te dio el talento,
que la vida no es un cuento,
ni que todo aquí es carroña.
No me lo tomes en coña,
porque esto, no es un evento.
Si la envidia se muriese,
si la ambición explotara,
si el orgullo reventara,
y la maldad no existiera,
se podía hacer carrera;
pero así, no se hace nada.
Por más vueltas que le demos,
jamás vamos a encontrar
-ni aunque se mire al azar-
una conducta perfecta,
ya que hasta el mal, la detecta,
cual tinta de calamar.
Hay que mirar a Jesús,
-que le llaman Nazareno-
el único que fue bueno,
porque no conoció mal.
No creas que fue casual,
Pues no es ningún macareno
¡Cuantas maldades se anidan
dentro de mi corazón!
Yo carezco de razón,
incluso si me disculpo.
La maldad es como un pulpo,
y no merece el perdón.
Sin embargo, hay remedio,
sin gastar una moneda,
ya que el pecado se lleva
por una desobediencia;
pero Cristo, en su clemencia,
con nuestra carga se queda.
Las mentes, son basureros,
siempre llenos de maldades,
mas, no todas son iguales;
pero a Jesús no le importa.
Él, mi pecado soporta,
incluyendo vanidades.
Yo pertenezco a Jesús.
Renuncié a las religiones.
Las mejores soluciones
nos las regaló Jesús;
Sacrificado en la Cruz,
y concediendo perdones.
Salinas, 25-09-09
Cecilio García Fernández
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