miércoles, 15 de septiembre de 2010

FIDELIDAD

Quien tiene fidelidad,
es un hombre de conciencia,
que tiene honor y sapiencia
para ser buen ciudadano,
lo contrario de un tirano
que agota nuestra paciencia.

Encontrar hombres leales,
resulta una gran quimera,
y esta es muy mala manera,
porque, vas hacia el fracaso;
nunca escojas, por sí acaso,
el bailar con la más fea.

Muchas veces te confías,
y te sigues confiando;
y el diablo, está esperando
que lleves otro fracaso,
yo te aviso, por si acaso:
que el Señor nos está hablando.

El tiempo es muy ingrato,
porque todo lo descubre,
como la leche en la ubre
cuando se aproxima el parto;
más, lo que yo no comparto,
al perverso se le ocurre.

La escuela que más enseña
es la de los desengaños;
porque durará cien años,
si los tomas con empeño.
Lo que aprendes de pequeño
ha de durar muchos años.

Cuanto más listo te sientes
más “palos” vas a llevar;
porque es triste contemplar,
que por saber muchas letras,
abandonas muchas “tretas”
que sirven para luchar.

La vida es una gran lucha
donde no se firman pactos;
ganando los que son aptos,
para todos los terrenos,
y aquí, no ganan los buenos,
ganan los fuertes, y altos.

Un hombre leal, o fiel,
no te deja en la “estacada”;
más no te sirve de nada
si le traicionas a él,
pues serás como el pincel,
que sin pintura, no es nada.

Jamás pidas a quien tiene
riquezas mal adquiridas,
ya que están muy corrompidas,
porque alguien pagó amarguras,
por estar siempre a las duras,
que son las más reprimidas.

No pidas a quien critica,
pues te puede degollar,
ya que no tienes collar,
que defienda tu inocencia,
y él, jamás tendrá decencia,
y siempre te hará callar.

Cuidado con los más ricos;
pues siempre son los primeros,
orgullosos y altaneros,
y aunque te sobre razón,
dirán que eres un bribón,
orgulloso y embustero.

Si reciben una ofensa,
jamás la van a olvidar,
por eso hay que recordar,
que todos sus protegidos,
son comprados, o vendidos,
solo para hacer el mal.

Procuremos navegar
con la mano en el timón;
pues siempre habrá una ”razón”
que quieran justificar,
pues pedir, no es como dar,
coces contra el aguijón.

Todo el que sirviendo vive,
al Señor que nos creó,
que sepa, que quien le honró
es un sabio entre los hombres;
por eso, tú no te asombres,
de que a mí me perdonó.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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