viernes, 3 de septiembre de 2010

EL VERDADERO SACRIFICIO

EL VERDADERO SACRIFICIO ESTÁ EN LA CRUZ

Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre…porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Hebreos 10:10

Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. (Hechos 10:38). Ninguna aflicción, enfermedad o minusvalidez lo superaba. Los lisiados, ciegos, sordos o leprosos a quienes el Señor encontraba eran librados de sus miserias. Estas dolencias físicas son la imagen de los problemas de orden moral que aquejan a los hombres y los privan de relacionarse con Dios Santo y justo. La causa de todos los males es el pecado, el nuestro y el de todos nuestros antepasados, hasta llegar a Adán y Eva.
Si aceptamos a Jesús como nuestro único salvador y tratamos de seguirle, obedeciendo sus mandatos, que figuran en los evangelios y cartas, epístolas, etc. (ver la Biblia) él nos perdona de todo nuestro pasado y nos limpia con su sangre, sin ningún sacrificio por nuestra parte. Quien quiera alcanzar la vida eterna y el perdón, ha de confesar con su boca que se arrepiente de sus pecados –vida pasada- y que acepta a Jesús como único salvador, que le entrega su vida, alma corazón y espíritu, y que le adorará y servirá hasta dar su vida por él. Con esta oración, u otra que salga del corazón del pecador; pero con el mismo sentido de perdón, arrepentimiento y entrega total, la salvación ya está alcanzada. Claro que si seguimos adorando imágenes es por la falta de fe en Jesús, y por lo tanto mentimos. Decimos con la boca que creemos en él; pero adoramos al diablo.
Las oraciones –hablar con Dios- han de ser dirigidas al Padre; pero en el nombre de Jesús. Recordar: Todo lo que pidierais al Padre en mi nombre os será concedido. (Si pedimos de acuerdo con la voluntad del Padre)
El poder de Jesucristo y su amor hacia los hombres pecadores no tiene límites, por eso el sacrificio –que hizo una sola vez- fue la obra más grande que se puede hacer por salvarnos del tormento eterno.
Sin pretender ofender a nadie y respetando todas las religiones, los cristianos tenemos el deber y la obligación de seguir predicando el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, como él hizo, y luego los apóstoles. Nosotros somos beneficiarios de la obra redentora de Jesús y él nos manda predicar su Evangelio, que es simplemente testificar del cambio que hemos tenido los que nos entregamos a Cristo y hablar de su Palabra, escrita en la Biblia. Jesús no es un mito, él tiene hoy el mismo poder que cuando andaba predicando por la tierra. La obra de Jesús no es una religión con hábitos y costumbres, que no conocen a Dios pues las oraciones, son repeticiones vanas, dirigidas a imágenes, dioses falsos.
Santos somos todos los hijos de Dios que hemos sido redimidos por la sangre redentora de Cristo. No se pueden hacer santos por decreto, solo Dios sabe quien es santo. Solo Dios conoce todos los misterios y los pensamientos de los hombres. A Dios hay que hablarle como a un padre, contándole los problemas de cada día, o de cada momento. Pedirle a una imagen repetidamente es una obra inútil, vana, muerta y jamás habrá respuesta, pues los ídolos ni oyen ni sienten ni ven.
Imaginémonos que a una de esas imágenes tan bellas que hacen llorar a mucha gente, la vamos despojando de su corona, capa y demás ornamentos, y veremos con pena, dolor y desengaño, que allí no hay nada, solo objetos y materiales, físicos, que no deben de ser adorados, pues es una gran ofensa que hacemos a nuestro Dios, porque no podemos negar que al clamar, pedir y adorar a una imagen, estamos despreciando al creador del universo. Una persona culta, debería conocer la historia de la Iglesia Católica.
No creo que estas palabras sean duras. Para decir que una imagen oye, habrá que demostrarlo; pero los que siguen poniendo su fe en imágenes ya están bajo condenación, de acuerdo con las escrituras, única verdad existente. Jesús no miente.

San Martín de Podes, 5-6-07
Cecilio García Fernández

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