HECHOS: 10:25-26. (25) Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. (26) Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.
Lo que acabas de leer,
es la Palabra de Dios,
y debes reconocer,
que fueron hombres los dos.
Ante ningún ser humano
me tengo que arrodillar;
solo ante el Dios Soberano
nos tenemos que humillar.
Todos los hombres del mundo
somos grandes pecadores,
¿Será que yo me confundo?
¿O es que no ves los rencores?
Si yo pecara en exceso,
¿te confieso mis pecados?
Yo jamás haría eso,
y no estoy equivocado.
Ante Dios, hay que humillarse
con la máxima humildad.
Ante Dios, hay que rendirse.
El no admite la maldad.
El es Señor de la vida,
y también de la Verdad.
¡Ya se ha humillado Su Hijo
cuando nos vino a salvar!
Padre Santo: Yo te pido,
con respeto y mucho amor,
que expulses imitadores,
que hacen gran daño y dolor.
Tú los conoces muy bien
y los estás soportando;
pero al llegar la Verdad,
Jesús estará juzgando.
Hoy muchas almas se pierden
por causa de “imitadores”.
Son hijos de Satanás,
el rey de los pecadores.
Las mentiras solo dan,
disgustos y sinsabores.
Solo Cristo es la Verdad.
Los demás,imitadores.
¡Cuánto debemos a Cristo!
¿Cómo le vamos pagar?
¡Él nos sacó del abismo!
¡Jamás hay que claudicar!
Que no te engañen los hombres
que presumen de cultura,
pues nadie sabe bastante,
me lo ha dicho el Señor Cura.
Andamos a ras del suelo,
lo mismo que las culebras.
¿Quién nos puede dar consuelo?
Somos duros como piedras.
¡Señor: Clamamos a Ti
para pedirte perdón!
Tú que me salvaste a mí,
humilla mi corazón.
Un corazón humillado
no puede ser altanero,
por eso yo a ti te canto
con todo mi amor sincero,
pues solo te tengo a ti
en la tierra y en el Cielo,
para vivir siempre así
con este amor verdadero.
No dejes que el tentador
pueda perturbar tú prueba;
aunque no tengo temor,
por tener quien me consuela.
Tú siempre estás a mi lado.
Eres mi gran compañía,
ya que el Espíritu Santo
no me deja un solo día.
Gracias por Tu sacrificio.
Gracias por Tu salvación.
Gracias por el beneficio.
Gracias por Tu corazón.
Gracias porque no hay resquicio
para filtrarse el ladrón.
Gracias porque me has librado
de la amarga perdición.
Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes
No hay comentarios:
Publicar un comentario