martes, 28 de septiembre de 2010

HISTORIAS CON HUMOR

Poco escribí de mi historia;
mas hoy, lo voy a intentar,
pues quiero “recuperar,”
si me ayuda la memoria,
para llenarme de ”gloria”,
si alguien me quiere escuchar.

Soy un hombre, como todos,
muy cargado de defectos,
y no soy de los selectos;
pero tengo gran tesón
para luchar, si hay razón,
en favor de los maltrechos.

Yo tengo muchas carreras:
La mejor, la de ciclista,
y en carretera, y en pista,
siempre he dado el do de pecho,
y si puedo, ando al acecho;
si lo permite la vista.

El Judo me dio confianza
y dominio personal;
porque la lucha es real,
y el deporte siempre es sano,
para cualquier ciudadano
que distingue el bien del mal.

También practique “defensa”,
que llamamos personal,
y con ella no haces mal,
pues defiendes tus derechos,
que pueden verse maltrechos,
llegando hasta lo penal.

También pesqué con fusil,
en aguas muy transparentes,
con bajadas transcendentes
donde vemos, con aumento,
la hermosura y el portento,
de peligros eminentes.

Pasé por muchos trabajos,
y oficios en abundancia;
pero jamás mi arrogancia,
me hizo erguir la cabeza,
ni manifestar mi queja,
por vanidad, o ignorancia.

¡Mucho tengo que contar!
pues sé llorar y sufrir,
y esto lo puedo decir.
Más no duden de mi historia,
pues Cristo me dio la Gloria
y le voy a bendecir.

Me dirán -los que lo ignoran-
que no se alcanza la Gloria
de una forma tan notoria,
como cité en otra estrofa;
pero esto a mí me destroza,
pues tengo buena memoria.

Estoy hablando de Cristo,
el humilde carpintero,
que cepillando un madero
ya pensaba en ti y en mí,
y yo sé, que esto es así,
porque mí Dios es sincero.

Cuando hablamos de Jesús,
suelo hablar, y desembucho;
pero si me hablan, escucho,
ya que yo quiero aprender;
pues es de sabios, saber,
que quien no sabe, no es ducho.

Todos los pájaros cantan
alabanzas al Señor,
pues saben, que el Creador,
les da el agua y alimento,
y en esto sí que no miento,
doy mi palabra de honor.

Las flores nos hablan mucho,
y los árboles también,
y todo es por nuestro bien,
porque todos somos necios,
abusando de desprecios,
que jamás nos hacen bien.

También nos hablan las lluvias,
además de las tormentas,
y si aveces son muy cruentas;
deben tener sus razones,
para enviar aluviones,
que desbordan las cunetas.

Los alimentos abundan;
no podemos tener queja;
pero hay quien nos despelleja
con razón y con justicia;
pues es grande la avaricia
y mayor nuestra flaqueza.

Las abejas de un enjambre
trabajan organizadas,
y todas bien orientadas,
luchan con todo tesón,
que es fruto de la razón
y no están esclavizadas.

Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes

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