Al hablar de lo Divino,
siempre recurro a Jesús;
porque mi hilar, es más fino,
y está más lleno de Luz.
Y esto es cosa natural;
y también es muy frecuente,
porque vamos hacia el mal,
por no ser muy consecuentes.
En tinieblas no padezco,
yo ya no habito en el mal;
porque yo a Cristo obedezco,
en cuanto a lo espiritual.
Ando en Cristo porque es Luz,
aunque siempre estoy pecando;
pero como Él es la Luz,
siempre me está iluminando.
No tomo una decisión
sin contar con mi Maestro;
y esa es mi gran salvación.
¡Por eso le llevo dentro!
El siempre está a nuestra puerta
esperando la llamada;
pero hay que andar muy alerta.
¡Mirar que no somos nada!
En tinieblas padecimos
en esta vida mortal,
por eso yo Le obedezco
para librarme del mal.
Quien carece de la Luz,
no habita en lo celestial.
Por tanto, voy a la Cruz,
la que me libra del mal.
Desde que Le conocí,
hizo tal obra Su amor,
que sé bien, que esto es así,
porque él calmó mi dolor.
Mi alma fue trasformada
sin que yo me diese cuenta.
¡Antes, todo me amargaba!
¡Ahora todo sabe a menta!
Su gran amor infinito,
¿a dónde podrá llegar?
¡Es tan grande mi apetito!
¡Pero me lo vas calmar!
¡Yo jamás me perderé,
siempre que te siga amando!
Y sé muy bien el por qué;
y también sé, hasta cuando.
Un corazón generoso
jamás nos deja de amar.
¿Existe algo más hermoso?
¡De esto no me puedo hartar!
¡Corazones engañados
por diversas religiones,
viviréis desconsolados,
con muy pocas ilusiones.
La Palabra del Señor
nos saca de toda duda.
¡Jesús es el Salvador!
¡Su amor, es el que perdura!
Para llegar hasta el Padre,
hay un único camino,
y la puerta está en Jesús,
el único hombre Divino.
Sin conocer Su Palabra,
¿Cómo va haber salvación?
¡Dejar que Su puerta se abra,
y buscarle con amor!
Si es que de amor adoleces
del Divino Dios amado,
¡Clama a Jesús varias veces!,
que Él siempre estará a tu lado.
Piensa que eres pecador,
y ningún hombre té salva.
¡Mira que es grande el dolor,
ya que nos llega hasta el alma!
Soy la Verdad y el Camino,
dijo el Divino Maestro.
¿Por qué no le hacemos caso?
¡Mirar que Jesús es nuestro!
Si tenemos voluntad;
pero muy bien orientada,
olvidar la vanidad
y esa aptitud renegada.
El Señor te escuchará.
¡Es el Rey de la manada!
¡Él fue quien murió en la Cruz!
Los demás, ¡no somos nada!
Cecilio García Fernández
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