De acuerdo con la Palabra de Dios, los sacerdotes deberían de casarse. Por una parte, por ser hombres y al no tener el don de abstinencia, como Pablo, están deseando unirse con una mujer, de lo contrario serían hombres anormales. Por la otra, para poder ayudar a hombres y mujeres, casados, que pongan en ellos su confianza; para poder dar un consejo ejemplar, es necesario que ellos tengan experiencias de todo tipo, como un matrimonio más, ya que estando solteros, no se hallan capacitados para poder hablar de temas relacionados con la vida matrimonial.
La vida matrimonial es muy compleja y necesita un equilibrio muy especial, para poder sacar una familia adelante. Hay problemas económicos que pueden romper un matrimonio. Está el poder ó saber educar los hijos. También existe una relación sexual, que no hay porque ocultar y muchas personas pueden necesitar consejos de todo tipo.
El matrimonio, ó la familia, es el fundamento de la sociedad y en ésta época que nos toca vivir vemos por desgracia, que se están rompiendo todos los esquemas y cada persona, sea esposa marido o hijo, vive a sus anchas, con toda libertad, como suelen decirse; pero el hombre nació para estar sujeto a algo. Debemos de gozar de cierta libertad; pero siempre tiene que haber unas leyes que normalicen nuestro comportamiento, bien como conductores de una familia, de un coche, de una empresa etc.
Los que no creen en Dios, son como potros sueltos en un monte que hacen lo que quieren; pero si alguien se acerca a ellos, ya tienen serios problemas y huyen en manada, sin respetar ninguna ley. Los hombres, estamos sujetos a leyes divinas y humanas y debemos de vivir en obediencia. Para eso tenemos las Escrituras que son pura sabiduría, incluso para los que no creen, ya que las enseñanzas de Jesús son perfectas para vivir en con paz, no solamente con Dios, sino con todos los hombres.
Decir que un sacerdote no debe de casarse es ir contra las leyes de Dios, que son también las leyes de la naturaleza. Dios no es ningún tirano que nos da el don de poder vivir con una mujer y luego por otra parte nos prohibe juntarnos a ella.
Todo cuanto está escrito en la Biblia nos da paz, armonía y felicidad, hasta donde es posible, ya que mientras estemos en este mundo tenemos que vivir sufriendo porque el hombre así lo ha querido. Dios nos da plena libertad, hasta para deformar su Palabra y actuar en contra de todos sus mandatos.
Las religiones, todas cuantas existen en el mundo, son las causantes de casi todos los males. Dios va por un camino y las religiones, amparándose en "Dios", van por otro.
Dios es Amor y ama a todas sus criaturas, buenas y malas, y jamás nos llevaría a una guerra, ni nos dejaría pasar hambre ni miserias. Si Dios da a un niño el don de ser un buen músico, un buen arquitecto, ó un buen político, no tiene el hombre ningún derecho a cortar esos dones, que hunden al hombre en la miseria, en guerras que acarrean mil males. La mayoría de las guerras que hubo, hay y habrá, son por causa de las religiones y de las ambiciones que tiene el hombre.
Si hubiese fe en nuestro Señor Jesucristo, dejarían de haber guerras y miserias, ya que Dios nos dio tierra y semillas para que nadie pase hambre en el mundo; pero la ambición, el orgullo, la vanidad, egoísmo, la avaricia, y muchos males más, nos llevan a un mundo corrompido por vicios desordenados, crímenes inconfesables, violaciones, casi de recién nacidos, cosa que es imposible que realice ninguna bestia. ¡Somos peores que los animales!
Voy a citar unos versículos que nos aclaran las dudas sobre si deben o no deben de casarse los hombres, aunque hayan estudiado para curas.
Recordemos que los Apóstoles estaban casados casi todos, y Jesús les otorgó poderes sobre naturales y no sabían lo que era latín, ni teología, ni filosofía, ni otro tipo de conocimiento humano. Ellos hicieron milagros por el poder del Espíritu Santo y la fe depositada en Cristo Jesús.
Los problemas religiosos ya comenzaron a producirse entre los Apóstoles al comentar entre ellos: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿No sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Aquí ya empezó arder la primera chispa que dio vida a las religiones, dejando en el olvido a nuestro Salvador. Cambiando la Palabra de Dios por costumbres, hábitos y ritos.
De acuerdo con la Palabra de Dios, los sacerdotes deberían de casarse. Por una parte por ser hombres y al no tener el don de abstinencia, como Pablo, están deseando unirse con una mujer, de lo contrario serían hombres anormales. Por otra parte, para poder ayudar a hombres y mujeres que pongan en ellos su confianza, para poder dar un consejo ejemplar, es necesario que ellos tengan experiencias de todo tipo, como un matrimonio más, ya que estando solteros no se hallan capacitados para poder hablar de temas relacionados con la vida matrimonial.
La vida matrimonial es muy compleja y necesita un equilibrio muy especial para poder sacar una familia adelante. Hay problemas económicos que pueden romper un matrimonio. Está el poder ó saber educar los hijos. También existe una relación sexual, que no hay porque ocultar y muchas personas pueden necesitar consejos de todo tipo.
El matrimonio, ó la familia, es el fundamento de la sociedad y en ésta época que nos toca vivir vemos, por desgracia, que se están rompiendo todos los esquemas y cada persona, sea esposa marido o hijo, vive a sus anchas, con toda libertad, como suelen decirse; pero el hombre nació para estar sujeto a algo. Debemos de gozar de cierta libertad; pero siempre tiene que haber unas leyes que normalicen nuestro comportamiento, bien como conductores de una familia, de un coche, de una empresa etc.
Los que no creen en Dios son como potros sueltos en un monte que hacen lo que quieren; pero si alguien se acerca a ellos ya tienen serios problemas y huyen en manada, sin respetar ninguna ley. Los hombres, estamos sujetos a leyes divinas y humanas y debemos de vivir en obediencia. Para eso tenemos las Escrituras que son pura sabiduría, incluso para los que no creen, ya que las enseñanzas de Jesús son perfectas para vivir en armonía, no solamente con Dios, sino con todos los hombres.
Decir que un sacerdote no debe de casarse es ir contra las leyes de Dios que son también las leyes de la naturaleza. Dios no es ningún tirano que nos da el don de poder vivir con una mujer y luego por otra parte nos prohibe juntarnos a ella.
Todo cuanto está escrito en la Biblia nos da paz, armonía y felicidad, hasta donde es posible, ya que mientras estemos en este mundo tenemos que vivir sufriendo porque el hombre así lo ha querido. Dios nos da plena libertad, hasta para deformar su Palabra y actuar en contra de todos sus mandatos.
Las religiones, todas cuantas existen en el mundo, son las causantes de casi todos los males. Dios va por un camino y las religiones, amparándose en Dios, van por otro.
Dios es Amor y ama a todas sus criaturas, buenas y malas, y jamás nos llevaría a una guerra, ni nos dejaría pasar hambre ni miserias. Si Dios da a un niño el don de ser un buen músico, un buen arquitecto, ó un buen político, no tiene el hombre ningún derecho a cortar esos dones, que hunden al hombre en la miseria, en guerras que acarrean mil males. La mayoría de las guerras que hubo, hay y habrá, son por causa de las religiones y de las ambiciones que tiene el hombre.
Si hubiese fe en nuestro Señor Jesucristo, dejarían de haber guerras y miserias, ya que Dios nos dio tierra y semillas para que nadie pase hambre en el mundo; pero la ambición, el orgullo, la vanidad, egoísmo, la avaricia, y muchos males más, nos llevan a un mundo corrompido por vicios desordenados, crímenes inconfesables, violaciones, casi de recién nacidos, cosa que es imposible que realice ninguna bestia. ¡Somos peores que las bestias!
Voy a citar unos versículos que nos aclaran las dudas sobre si deben o no deben de casarse los hombres, aunque hayan estudiado para curas.
Recordemos que los Apóstoles estaban casados casi todos, y Jesús les otorgó poderes sobre naturales y no sabían lo que era latín, ni teología, ni filosofía, ni otro tipo de conocimiento humano. Ellos hicieron milagros por el poder del Espíritu Santo y la fe depositada en Cristo Jesús.
Los problemas religiosos ya comenzaron a producirse entre los Apóstoles al comentar entre ellos: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿No sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Aquí ya empezó arder la primera chispa que dio vida a las religiones, dejando en el olvido a nuestro Salvador, cambiando la Palabra de Dios, por costumbres, hábitos y ritos. ritos.
Cecilio García Fernández
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