Esta es una buena tarde
para poder conversar;
y también para gozar
y dar gracias a Ramón;
por tan grata invitación
que nos va a reconfortar.
A quien supo complacer
a sus queridos vecinos,
¡brindémosle unos vinos!,
porque hay que le agradecer;
que nos enseñó a vencer,
y no andar en desatinos.
Solo nos dan una vida,
¿Por qué no la aprovechamos?
Mirar que somos hermanos,
mirar que somos amigos,
mirar que somos vecinos.
¡Pues estrechemos las manos!
Muchos no quieren arrugas;
más quieren llegar a viejos;
pero no hay sabios consejos
que arregle tal desaguiso,
por lo tanto, os aviso:
Hay que cuidar el “pellejo”.
¡Mujeres! Estar tranquilas;
pues estáis tan preciosas,
como claveles y rosas,
de cualquier jardín perfecto,
yo no os veo un defecto,
ni os hallo vanidosas.
Mirar que rostros tan bellos
y que cuerpos tan serranos,
que hasta tienen lindas manos,
para hacer dulces caricias,
pero sé que las codicias;
son fruto de los humanos.
Es una gloria muy grande
estar todos reunidos,
flacos, gordos, y afligidos;
pues es muy triste partir,
sin poder, ni compartir,
lo que nos mantiene unidos,
Hay que aprovechar el tiempo
para gozar del amor;
porque sería un dolor,
que en ésta vida tan dura,
no existiera la ternura,
por causa de algún rencor.
Aunque ahora estamos alegres,
hay que tener muy presentes,
a los enfermos, ausentes,
y a quien vive con tristeza;
pues, de los pies a cabeza,
todos somos penitentes.
Un recuerdo para todos
los que han fallado a ésta cita;
del amigo que te invita,
solo por vernos unidos,
para sentir los latidos,
del corazón que se agita.
Me siento un tanto afligido;
pues recuerdo los ausentes,
que pasan por nuestras mentes,
porque han sido los amigos,
nobles, fieles, elegidos,
si es que somos consecuentes.
Perdonadme este desliz;
pero es que mi corazón,
siempre tiene su razón,
por ser el que manda en mí;
ó por que yo soy así;
que estoy lleno de ilusión.
Hay que sacar la alegría,
hasta debajo del suelo;
por ser el mejor consuelo
que tenemos los humanos,
pues obremos como hermanos,
ó como ángeles del Cielo.
No archivemos las ofensas,
igual que un ordenador;
por ser causa de dolor
de muchas enfermedades,
fruto de todos los males,
cuando hay orgullo y rencor.
Ramón: Te damos mil gracias
por tu atenta invitación,
fruto de un buen corazón
que sabe quitar las penas;
porque que las almas van llenas,
de mucha desilusión.
Pedir al Gran Poderoso,
que el año que ha de venir,
nos traiga buen porvenir,
y no andemos con engaños;
pues nos quedan pocos años,
para llorar y reír.
En el nombre de todos los presentes:
¡GRACIAS RAMÓN!
Un abrazo,
Cecilio García Fernández.
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