martes, 21 de septiembre de 2010

HAMBRE PARA MUCHOS, MÁS RIQUEZAS PARA OTROS

De los culpables del hambre,
¿quién se va a compadecer?
¡Cuántos saben retorcer
los estómagos ajenos,
que son rayos; no son truenos,
como puedes comprender!

Esas riquezas malditas,
a costa del hambre ajeno,
matan igual que el veneno
y quitan la paz del alma;
única que trae calma,
sin el amor al dinero.

La riqueza es abundancia,
que nos lleva hasta la usura,
y es quien produce “basura”
y jamás se ve colmada,
por la gente desalmada,
que presume de cultura.

¿Dónde están los sentimientos
que Dios nos ha dado a todos?
Sabemos, de todos modos,
que el hombre nunca es sincero;
mas, si hablamos del dinero,
hasta hablamos por los codos.

Ya sabemos que los euros
dan poca felicidad;
pero es grande la maldad,
cuando existe el egoísmo,
que es fruto del fanatismo
que nos da la vanidad.

Si nos guiamos por Cristo,
no habrá jamás un hambriento;
pues su Palabra es ungüento
que ablanda los corazones,
que son muy buenas razones
para que beba el sediento.

En ésta “bendita” tierra,
solo existen “religiones”,
que ablandan los corazones
cuando aflojas tu cartera;
porque es la mejor “carrera”,
para engañar corazones.

Oí hablar de “justicia”;
pero jamás la encontré,
ó es que quizás no se ve,
pues debe ser transparente,
y así, no la ve la gente,
que vive del “tente-pie”.

Con riquezas “mal ganadas”,
puedes comprar la justicia,
pues un juez, con avaricia,
siempre encuentra “tu” verdad,
y allí, entre la maldad,
encontramos la injusticia.

Un defensor de “prestigio”,
debe enseñarte a mentir,
y así, su gran porvenir,
crece como hierba fresca,
que equivale a picaresca
para poder delinquir.

Vamos a “buscar testigos”
que apoyen nuestras “verdades”,
que otros, con sus vanidades,
van a perder el “pellejo”,
y esto te lo dice un viejo,
que entiende bien de maldades.

¡Ya he perdido el primer juicio!;
¡pues vamos a recurrir!
pues yo, puedo presumir
de abogado competente,
que vence, a toda gente
que me venga a discutir.

Ya hemos ganado el “recurso”
pero ha costado dinero;
porque, si te soy sincero,
falsos testigos compré;
y aquello que no se ve,
no lo compra un “pordiosero.”

¡Yo jamás perderé un juicio,
porque sé entrar en “razones”,
y ablando los corazones
con “sumas” facilidades,
y aquí, no existe maldades,
¡hay que saber ser “bribones”.

Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes

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