Te recuerdo con cariño, y con el más puro amor,
por tú gran comportamiento, allí donde había dolor.
Fuiste siempre generosa, con todos tus familiares.
Hoy no hay seres como tú; pues nos faltan los pilares.
Jesús nos dice, en la Biblia, que hay que tener “fundamento”,
si carecemos de base, nos arrastra cualquier viento.
Mi madre, que en paz descanse, trabajó en Manzaneda,
para su prima, Herminia, que siempre fue hogareña.
Siempre le pagó muy bien, con frutos ó con dinero.
Tenía muy buen carácter, mucha gracia y “salero.”
Tenía buen don de gentes y muy buen temperamento,
y se hacía respetar, por carácter y talento.
Yo la conocí muy bien, pues trabajé en su bolera.
y ganaba mi jornal, como puede hacer cualquiera.
Yo era un niño muy pequeño, que tendría siete años;
pero sabía pensar, y hasta llevar desengaños.
Trabajaba los domingos; pero siempre en la bolera,
y me pagaban con “sellos”. No existía otra moneda,
La guerra había terminado, y dominaba el franquismo,
que nos mataba de hambre, como hizo el comunismo.
El “extraperlo” existía, con todo el consentimiento;
¡pero como protestaras....! te ponían bueno el cuerpo.
Herminia tuvo la suerte de tener comercio y bar,
y luego, con la bolera...¡No se podía quejar!
Belarmino, su marido, trabajaba con esmero;
pero como nuestra prima..., no la igualó, ni en salero.
La familia de Pelaez, sin despreciar a ninguno,
fueron todos especiales, y decirlo es oportuno.
Tía Ramona, era vieja; ¡pero tenía un talento..!
que nace con la persona. Eso se lleva muy dentro.
Tuve, y tengo familiares, en mi pueblo, Manzaneda,
y yo, los aprecio mucho, como no lo hace cualquiera.
Tengo que hacer un gran alto, para hablar, y con justicia;
pues Venancio, el de Vega, no conoció la avaricia.
Cuando terminó la guerra, mi padre fue encarcelado,
por ser un carabinero, que estaba en el otro lado.
Al enterarse Venancio, que Dios le tenga en la gloria,
nos dio un buen saco de harina, que no olvida mi memoria.
No te lo puedo pagar, le dijo mi pobre Madre;
ya lo pagará García, cuando regrese “del viaje”.
Mi madre, con sacrificios, le envió muchos “paquetes,”
con alimentos muy ricos, para chuparse los dientes,
Los vigilantes de turno, le obligaban a firmar;
pero , ¿dónde iba el paquete? Te lo puedes figurar.
Hoy, a los hijos de Herminia, los quiero felicitar,
por tener una gran madre, que no podéis olvidar
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
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