Primeramente, el Espíritu Santo llenó la casa donde los discípulos estaban reunidos; luego vino sobre cada uno de ellos, bajo la forma figurada de lenguas de fuego.
Por el lado colectivo, ese día de Pentecostés tuvo lugar el bautismo del Espíritu Santo. Todos los redimidos fueron unidos por medio de él. Desde entonces, juntos constituyen el Cuerpo de Cristo. Pentecostés es el momento del nacimiento de la Iglesia, el conjunto y la unidad de todos los creyentes. Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo (1 Corintios 12:13) Además, la Iglesia es el lugar donde Dios habita mediante su Espíritu. “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros” (3:16).
Por el lado personal, individualmente, desde Pentecostés el Espíritu Santo toma posesión de toda persona que cree en el Evangelio de la salvación para morar en ella. Es el poder de la nueva vida que recibimos en el momento de nuestra conversión. El Espíritu obra en cada creyente para que éste haga la voluntad de Dios en su vida. ¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios? (1 Corintios 6:19). “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
Como vemos, a través de la Biblia, para recibir el Espíritu Santo hay que creer en el Evangelio y aceptar a Jesús como único Salvador, y en ese momento se recibe el Espíritu Santo.
Bautismo
De acuerdo con las enseñanzas de Jesús, los niños no deberían de ser bautizados, ya que Jesús dijo: El que creyere en mí y fuere bautizado, será salvo. Luego, primero fe, que es creer, luego bautizo. Cuando los apóstoles creían que los niños podían perturbar a Jesús, el Señor les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se loo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.
Quien ora, haciendo peticiones a imágenes, es imposible que reciba el Espíritu Santo, ya que no hay arrepentimiento y por tanto no existe el perdón.
Estamos obligados a leer las Escrituras, para poder conocer la Palabra de Dios. Es imposible agradar a Dios si no aceptamos Su Palabra, y para poder aceptarla hay que conocerla, valga la redundancia. El ladrón de la cruz, fue salvo por el solo hecho de reconocer a Jesús como Dios. Se humilló y le rogó que se acordase de él cuando estuviese en su reino.
Me causa mucha pena y dolor, por las almas que dicen, con toda su buena fe, pero no con la verdadera fe, que pagan “religiosamente” cultos para rogar por las almas de sus difuntos, dando a entender con estas aptitudes, que la muerte de Cristo fue vana, ya que hay que seguir pagando misas, sin saber cuantas son necesarias para la salvación de nuestras almas. Esta creencia no estaría mal para quien puede pagar muchas misas y dejar para un lado el Evangelio, que parece ser muy duro y peligroso, ya que siempre ha sido perseguido por comunistas, ateos, creyentes de diversas religiones, incluyendo a la Iglesia Católica, y si alguien duda de esta afirmación que lea la auténtica historia de España, incluyendo la Santa Inquisición.
Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes
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