1 CORINTIOS: 7 : 23 Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.
1 CORINTIOS: 8 : 6 Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas y nosotros por medio de él.
Leer bien estos versículos y dejar de pedir, clamar, y adorar a hombres e imágenes.
¡Por precio fuimos comprados!
¡Precio de angustia y dolor!
y por Él fuimos salvados,
por el Cristo del amor.
Tenemos que ser muy fieles,
sin cometer un error,
por ser quien nos da las mieles,
y el que nos calma el dolor.
Le clavaron en la cruz
lo mismo que a dos ladrones;
y eso que es Rey de la Luz
y calma nuestros dolores.
Clavado de pies y manos,
supo sufrir sinsabores,
y nos trata como a hermanos.
¡Con Él somos vencedores!
Su Padre le abandonó,
cuando era grande el tormento,
con la corona de espinas
y los clavos bien adentro.
No merecemos perdón;
pero somos perdonados.
Tuviste gran compasión.
¿Merecemos ser amados?
Además de Salvador,
eres nuestro “intermediario”.
Lo dices en Tu Palabra,
y hablamos contigo a diario.
No precisamos de hombres.
¡Todos somos pecadores!
¡Todos nacimos manchados
con envidias y rencores!
Tú Palabra es perseguida.
Tú Palabra deformada.
¡Sé que Te causan heridas;
y todas son soportadas!
Ahora todo lo consientes;
pero ha de llegar la hora
que nos juzgarás a todos.
¡Pobre del que no te adora!
La tierra y el universo
fueron creados por Dios;
Pero Cristo estaba inmerso
y por Él todo pasó.
Cuando le pidas al Padre,
no te olvides de la cruz.
Cristo es nuestro intermediario
y no tenemos más Luz.
En el monte Los Olivos,
de rodillas, Él oró:
Pasa de mí esta copa,
Él al Padre, le pidió,
y un ángel, vino del Cielo,
y al Señor Le confortó.
Y estando ya en agonía,
él oraba; y lloró.
Sudaba gotas de sangre,
que en la tierra se vertían.
Eran gotas muy amargas
cuando estaba en agonía.
Los discípulos dormían,
y Jesús seguía sufriendo.
Ellos no sabían bien
lo que estaba padeciendo.
Jesús tiene que sufrir
cuando adoramos a hombres,
que pecan todos los días;
pero que nadie los nombre.
¡Sudaste gotas de sangre,
y ahora vives olvidado!
Te llevan en una cruz;
pero además, muy clavado.
¡Nuestro Señor Jesucristo
no está clavado en la cruz!
Vive en nuestros corazones,
y Él es quien nos da Su Luz.
Muertos están los farsantes
que viven a costa de Él;
Ellos de sí, son amantes.
¡Pero todo se ha de ver!
Cecilio García
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