MATEO 18: 18-19-20-21-22: De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el Cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el Cielo. 19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor: ¿Cuántas veces perdonaré a mí hermano? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasLos versículos citados
nos sacan de toda duda.
Dos hombres, puestos de acuerdo,
son la mejor levadura.
¡No necesitamos hombres,
sino al Dios de la armonía!
que está siempre entre nosotros,
por la noche y por el día.
¡Día de Pentecostés!
Día grande y milagroso,
que nos sacó de las dudas.
¿Existe algo más hermoso?
No necesitamos hombres
“llenos de sabiduría”.
Lo que nos salva es la fe,
y vivir con armonía.
¿Quién está entre Dios y el hombre?
¡Solo Cristo el salvador!
Todos los hombres pecamos.
¡Que no te cause estupor!
¡No te fies, ni de un hombre!
¡Todos somos pecadores!
Tú recurre siempre a Cristo,
que es quien calma los dolores.
El mundo está corrompido,
ya nadie lo pone en duda.
Ahora estás bien advertido,
no cometas más locuras.
Si a Cristo nos entregamos,
de verdad, de corazón,
seríamos como hermanos
defendiendo su razón.
Se terminaban las guerras,
y toda la corrupción,
y ya no habría más quejas
dentro de mi corazón.
El mundo jamás se arregla
con estudios ó cultura.
Se arregla con humildad
con amor y con ternura.
Jesús puede perdonar
siete veces, por setenta.
Si no sabes calcular...,
que alguien te saque la cuenta.
¡Y Jesús no se equivoca!
Él es la Santa razón.
Además de abrir su boca,
nos abrió Su corazón.
Hizo tal obra Su amor,
desde que le conocí,
que hasta me calma el dolor,
y le siento junto a mí.
En Su llamada amorosa,
que yo en mí, estoy sintiendo,
es una brasa preciosa,
que dentro de mí está ardiendo.
El dolor no es ningún mito;
se puede sobrellevar,
el amor, es infinito,
y en todo nos va ayudar.
El que de amor adolece
necesita compasión.
Él tiene lo que merece,
y no hay otra solución.
Hay quien dice: ¡Tengo amor!
pero, llegado el momento,
se descubre, con dolor,
que no lo llevaba dentro.
Eso trae consecuencias,
que pueden ser alarmantes.
¡Aquí no valen las ciencias!
¡Ni tampoco los calmantes!
Hay que tener voluntad,
con una fe, arraigada,
para encontrar la Verdad,
esa Verdad deseada.
Gracias Bendito Señor
por todo mi sufrimiento,
por los ratos de amargura,
que también se llevan dentro.
Cecilio García Fernández-
San Martín de Podes
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