¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Eclesiastés 1:3
Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. –1 Corintios 15:58 –
La muralla China
La Gran Muralla China, de unos nueve metros de altura, se extiende a lo largo de unos 3.000 km., fue edificada hace unos 2.300 años y restaurada hace unos 600 años. Necesitó un impresionante número de obreros quienes, según se cree, morían de agotamiento…¿Para qué podía servir esta construcción de colosales dimensiones? ¡Nunca impidió las invasiones de enemigos, como pensaron los emperadores! Entonces; ¿Fue un motivo de orgullo o prestigio? No obstante es una obra insignificante, como habría podido declarar el mas sabio rey de la tierra: “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad”. Pero luego agrega. ”He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se desminuirá” (Eclesiastés 1:14; 3:14)
Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, decía: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). ¿Cuál era ese trabajo? Llamar a todo ser humano al arrepentimiento, salvarle de la muerte eterna para hacer de él una piedra viva, agregada al edificio espiritual: la Iglesia del Dios viviente sigue en construcción desde hace 2.000 años y hasta el retorno de Jesucristo, único trabajo que quedará eternamente y que, algún día, será admirado por el universo entero.
Yo no me canso, ni me cansaré, de trabajar para la obra del Señor. Con el tiempo que el Señor me da, dentro de mi humilde posibilidad, procuro llegar al corazón de las almas, primero mis familiares, amigos y vecinos de mi pueblo de nacimiento, San Martín de Podes. Hablo y escribo lo poco que sé. Llego hasta donde puedo. Recibo rechazos y burlas hasta de mis familiares. Eso me fortalece mucho, pues veo el rechazo que tienen al evangelio. El primer rechazado fue Jesús, se burlaban de él hasta cuando hacía milagros; pero esa es mi misión, de no ser así, ¿Qué objeto tiene mi vida en ésta tierra? Antes de conocer a Jesús, ¿Que es lo que hacía? Trabajar, comer, dormir y pecar como todos, y en un tiempo, que pasa como una brisa, a sufrir y morir, con un destino tenebroso y eterno, ya que, amigo lector, no vale decir, yo creo. Lo que nosotros creamos o dejamos de creer no sirve para nada si no estamos en sintonía con nuestro creador.
Dios nos hizo tan libres que hasta nos permite injuriarlo; Pero tengamos presente que cuando se ofende o se injuria a un hijo de Dios, estamos injuriando al mismo Dios. Conviene recordar al lector que todo hombre y mujer que se arrepiente de su pasado, pide perdón, y acepta a Cristo como su UNICO salvador, pasa a ser hijo de Dios y el Espíritu Santo morará en él, tal como Cristo lo prometió. Luego habrá que ir conociendo la Palabra de Dios, sus “ordenanzas” – mandatos y enseñanza – y ponerlos en práctica, tratando de imitar a Jesús; pero sabiendo también que jamás llegarás a la perfección; pero, según vayamos “creciendo” iremos mejorando y veremos con más claridad la obra inmensa de nuestro Creador.
En toda la Palabra de Dios, incluyendo el Antiguo Testamento, se expresa, como ejemplo, la “semilla”, el grano que metemos bajo la tierra para que nos dé el fruto con que alimentarnos para sobrevivir. En este caso, la auténtica “semilla” es la misma Palabra de Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. La Palabra es el Verbo, y el Verbo es el mismo Cristo. En nuestras alabanzas, oraciones y peticiones siempre hay que pedirle al Padre; pero añadiendo “en el nombre de Jesús”. El es el UNICO intermediario entre el Dios Padre y nosotros. Está escrito, no lo digo yo. Creer en Jesús y tratar de imitarle es nacer de nuevo, cambiar viejos hábitos o costumbres vanas por la auténtica Palabra de Dios. Si no conocemos a Dios es imposible creer en él y agradarle.
San Martín de Podes 16-09-07
Cecilio García Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario