Cuando se va un ser querido
se pierde hasta la razón.
Amargado y afligido
queda nuestro corazón.
La familia está sombría,
ha quedado destrozada,
no tiene lo que tenía,
-aquella persona amada-
Anduvo muchos caminos,
recorrió muchas veredas;
Pero quién manda al destino?
¡Esto son cosas muy serias!
En todas partes existen
caravanas de tristezas,
¡Y mira cuanto persisten
por nuestras propias torpezas!
¡Nadie piensa en el futuro
después que dejas la tierra!
Luego, nos resulta duro,
por vivir con gran torpeza.
Nos guiamos por los “ciegos”,
luego así nos brilla el pelo.
Luego pones tu mantilla,
o si prefieres, el velo.
Al conocer un amigo,
miramos su economía.
¡Tanto tienes, tanto vales!
¡Dios mío, que hipocresía!
Cuando se va un familiar,
suele haber mil discusiones,
para llevar su fortuna,
que está en nuestros corazones.
Nadie quiere preguntar
si está en manos del Señor.
¡Eso es una fantasía,
que no me causa dolor!
He visto gentes que gozan
cuando se marcha un hermano,
pues su fortuna es el doble,
y está segura en su mano.
Aquí en ésta triste tierra
no existe amor ni razón,
lo importante es el dinero.
¡Que ingrato es el corazón!
¡De Jesús no puedo hablar!
Su palabra nos acusa.
Decimos que sí, creemos;
Pero todo es una excusa.
Con la religión, yo cumplo.
Voy los domingos a misa,
y cuando me pide un pobre,
le doy mi vieja camisa.
Los juicios los gano todos.
Siempre tengo “la razón”.
pues me acompaña el “euro”,
el que ablanda el corazón.
Luego se sienten felices,
disfrutan, gozan y sueñan,
y se creen muy dichosos,
cuando estén bajo la tierra.
Las cuentas salen muy mal.
Cristo las dejó muy claras.
¡Vives como un vendaval,
en una costa muy brava!
Vas a pagar la factura
y en la vida atormentado.
¡No conoces la ternura!
¡Dios ya te tiene olvidado!
Nada te importa Jesús,
y menos Su Testamento.
Vas a tener buena Cruz,
sin hablar de los tormentos.
No te acuerdas de los pobres,
que mueren en la miseria,
que te hicieron rico a ti.
¡Esto es una cosa seria!
Abre sus ojos Señor,
y dales toda tú luz.
Sientes por ellos dolor,
hasta morir en la Cruz.
Salinas, 28 Septiembre 2.000
Cecilio García Fernández.
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