martes, 17 de agosto de 2010

CUERPO Y ALMA

Ante el inmenso dolor
de verte en aquella Cruz,
dejé de ser avestruz
y empecé a verte cual eres,
como el Dios de los quereres,
y el gran Señor de la Luz.

Nada puede compararse
con Tú Paz y con Tú Amor,
Tampoco con Tú dolor,
por todo el género humano,
Y siempre nos das Tú mano,
si expresamos un clamor.
Ante el inmenso dolor,
Al verte en aquella Cruz,
Supe que Tú eras la Luz.
La Luz que hoy el mundo adora,
La Luz, Santa y Salvadora,
Que hoy Te pide la salud.

Cuando me he entregado a Ti,
vino el Espíritu Santo,
a quitarme el gran quebranto
que tanto me atormentaba.
Mi fe ya está confirmada.
Y la tuya: ¿Para cuando?

Jesús no me habla de misas.
Tampoco de funerales.
Él me perdonó en la Cruz
-Lo demás...son vanidades-
Saber que Cristo es la Luz
y perdonó mis maldades.

No confesar con un cura,
porque no puede curar.
Pedirle perdón a Cristo,
Único para salvar.
Ante un hombre no te humilles,
porque portamos el mal.

Con misas no vas al Cielo.
No te dejes engañar,
porque existe otro consuelo,
que se puede demostrar.
De la Cruz vamos al Cielo,
lo demás es divagar.

Si los curas perdonaran,
Jesús no perdonaría.
Los curas solo son hombres
que precisan el perdón.
De niños, sé lo que han sido,
de hombres, sé lo que son.

Perdona bendito Dios
a todos los pecadores,
a los de las faldas negras,
rojas y de otros colores;
Porque –Vistas lo que vistas-
todos Te fuimos traidores.

Cecilio García Fernández
Salinas


Espíritu, alma y cuerpo,
Te pertenecen a Ti,
Sabes bien que te los di
al entregarte mi vida,
pecaminosa y herida,
y Tú me lavaste a mí.

Ante quien todo perdona
-Con respeto y emoción-
Te pido con devoción
por todos los pecadores,
Necios viles y traidores,
para que entren en razón.

Te pido, que Te conozcan
por ser única Verdad,
Tú no miras la maldad
que tienen los corazones.
El mundo, son ilusiones,
y la ilusión vanidad.

Leer los diez Mandamientos
y empezar por el primero,
Que habla de la idolatría
a los “santos” y al dinero;
Pero respetarlos todos
con el amor más sincero.

Soy la Verdad y la Vida,
y os doy la Salvación,
por concederos perdón,
Pues he vencido la muerte
-Por la Cruz, no por la suerte-
Ya que en ella hay remisión.


Ante el inmenso dolor,
Al verte en aquella Cruz,
Supe que Tú eras la Luz.
La Luz que hoy el mundo adora,
La Luz, Santa y Salvadora,
Que hoy Te pide la salud.

Cuando me he entregado a Ti,
vino el Espíritu Santo,
a quitarme el gran quebranto
que tanto me atormentaba.
Mi fe ya está confirmada.
Y la tuya: ¿Para cuando?

Jesús no me habla de misas.
Tampoco de funerales.
Él me perdonó en la Cruz
-Lo demás...son vanidades-
Saber que Cristo es la Luz
y perdonó mis maldades.

No confesar con un cura,
porque no puede curar.
Pedirle perdón a Cristo,
Único para salvar.
Ante un hombre no te humilles,
porque portamos el mal.

Con misas no vas al Cielo.
No te dejes engañar,
porque existe otro consuelo,
que se puede demostrar.
De la Cruz vamos al Cielo,
lo demás es divagar.

Si los curas perdonaran,
Jesús no perdonaría.
Los curas solo son hombres
que precisan el perdón.
De niños, sé lo que han sido,
de hombres, sé lo que son.

Perdona bendito Dios
a todos los pecadores,
a los de las faldas negras,
rojas y de otros colores;
Porque –Vistas lo que vistas-
todos Te fuimos traidores.

Cecilio García Fernández
Salinas

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