miércoles, 25 de agosto de 2010

EL DESTINO

Se habla mucho del destino,
con poco conocimiento,
y al decir esto, lo siento;
pues el destino no existe,
por mucho que se persiste,
por falta de entendimiento.

Si creyera en el destino
es que nos lo dan todo hecho;
pero si salgo maltrecho,
nada se puede cambiar;
pues Dios no va condenar
todo lo que él mismo ha hecho.

Ya no voy a molestarme
con el estudio y trabajo,
si el destino es el hatajo
y no existe otro camino,
comamos, y beber vino,
no importa ser alto o bajo.

Si es que todo ya esta escrito
sobre mi triste destino:
¿Por qué yo soy tan cretino,
perdiendo el tiempo existente,
estudiando inútilmente,
igual que hace mi vecino?.

¡Dejemos los barcos solos!,
no toquemos su timón;
porque ya existe razón,
para llegar a buen puerto,
aunque el capitán sea tuerto,
y algo falto de razón.

¡Ya todo está programado!
¿Dónde está el programador?
Negarlo sería un dolor,
pues hay muchos discos duros,
y hombres que son prematuros,
ausentes de todo amor.

Jesús nos manda cambiar,
porque hay equivocaciones
que trastornan corazones
y nos llevan hacia el mal,
con un destino fatal:
¡Los orgullos y rencores!

Si es que puedes mejorar,
es que no existe el destino:
pues elegiste el camino
que Dios tiene en su memoria;
Que da la paz y la gloria,
al pecador más cretino.

Si es que el destino no cambia,
es igual que el piñón fijo,
tampoco es un acertijo
ni un juego de malabares,
que estos los hay a millares,
aunque Dios no los bendijo.

Si todo está decidido,
no hay razones para orar:
Más las hay para llorar;
pues no existe un Salvador,
que a mí me calme el dolor,
en mi triste caminar.

Debemos nacer de nuevo,
según nuestro Creador;
y lo dice con dolor,
porque él, bajo desde Cielo,
para cambiar nuestro celo,
y lo mandó con amor.

Dejar todas las monsergas,
y amemos a los extraños,
y no hagamos ya más daños;
que todos causan dolor,
amargura y estupor,
al dueño de los rebaños.

A quien es amigo fiel,
no dejarle en la estada;
porque no sirve de nada,
la traición a un buen amigo,
y se bien lo que me digo,
aunque sé, que no sé nada.

Las faltas que se limiten,
como hacen con los terrenos;
para distinguir los buenos;
porque hay mucho “camuflaje”,
que compra muy flojo el traje,
y luego pone rellenos.

Cecilio García Fernández.

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