Las faltas que yo cometo,
son fruto de un pecador
que perturban el dolor,
pero además de esta causa,
hay que añadir la arrogancia,
aunque sea un mal menor.
La inclinación hacia el mal
circula por nuestra mente,
y el hombre, que es inconsecuente,
ve todos nuestros pecados,
que dan dan malos resultados,
si es que somos consecuentes.
Los que se sienten honrados
con toda vergüenza ajena,
no les merece la pena
andar en politiqueo;
Porque -por lo que yo veo-
no nos traen cosa buena.
“¡Siempre tengo la razón!”
¿Porqué discutes conmigo?
¿No lo sabes, buen amigo?
¡Porque yo no me equivoco!
¡O es que me tienes por loco,
o que ignoro lo que digo!
Cuando yo te digo: ¡blanco!
tú me hablas de otros colores;
y esto es causa de rencores,
porque mi mente se altera,
y eso, lo observa cualquiera
al contemplar mis sudores.
De los deportes, no hablemos,
nos podemos estrellar,
es más prudente callar,
y tomemos una copa,
porque hoy, la gente está loca,
y te puedes enfrentar.
Rajoy, dice a Zapatero,
-siempre que tiene ocasión-
Soy dueño de la razón,
y le lanza cien abruptos,
la consigna de los brutos,
que han perdido la ilusión.
Si me hablas de Zapatero,
yo te hablaré de Rajoy,
pues ya sabes lo que soy
dentro del “politiqueo”,
donde me entra mucho asqueo,
y late mi corazón.
Para encontrar la razón
busquemos, en la Verdad;
Jamás en la vanidad
ni el propio corazón,
tampoco en nuestra ilusión.
¡Busca donde hay que buscar!
¡La discusión es inútil!
Si no está tuerta está coja;
Todo el necio que la escoja,
pagará las consecuencias.
¿Servirán de referencia
estas líneas “paticojas?
Yo también soy un gran necio
con todas las consecuencias;
Pero no hago “reverencias”
a ningún hombre en el mundo;
Y esto no es ningún infundio;
Pues Dios da clarividencia.
Que nadie quiera excusarse
con las costumbres paganas;
Porque las cosas muy vanas
traen malas consecuencias.
Engañan las apariencias,
y no son buenas, ni malas.
Buscar las cosas eternas,
quien no quiera atormentarse;
Porque es mejor perdonarse
que vivir con aflicciones;
Pues sufren los corazones
llorando, hasta secarse.
¡Adorar al Creador!
¡Que se arrodille el más fuerte!
Porque está cerca la muerte
y ella sola ha de venir;
Más yo, la quiero sentir
no como cosa latente.
No digas: ¡No cambio nada!,
ni andes mirando hacia atrás;
Si no sabes dónde vas,
detente: Pregunta a un sabio;
Porque no sirve el rosario,
sirve Dios, ¡Y nadie más!
Dentro del hombre más necio
hay una revolución,
y no ve la solución
que está cerca de su puerta;
¡La busca, y no la encuentra!;
Pero yo sé la razón.
Hay muchas palabras sabias
que traen la vida Eterna;
Pero el necio se consterna
si le quieren razonar;
Porque es muy fácil hablar,
sin saber las consecuencias.
El hombre que niega a Dios,
Cristo dijo que es un necio,
Pues mira con gran desprecio,
y no elige el buen camino;
y no distingue un buen vino,
que siempre debe ser viejo.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
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