Los jubilados del pueblo
queremos manifestar
nuestro sincero pesar,
por todos los que se han ido
de éste mundo tan dolido
por la ingrata enfermedad.
Queremos agradecerte
tu sincera invitación,
donde todos, con razón,
te profesamos afecto.
Nadie puede ser perfecto,
tú tienes gran corazón.
Gracias a la autoridad
política y religiosa,
que de forma generosa,
hoy representa la mesa,
y no es ninguna sorpresa;
es una costumbre honrosa.
A todos los comensales,
que Dios les reparte suerte,
que tarde en volver la muerte;
pues se notan las ausencias.
¿No te ayudan las creencias?
Sí; ¡Mas necesitamos verte!
Este agasajo-hermandad,
es de un valor muy humano,
y se estrechan muchas manos
y la sincera amistad,
que es fuente de la Verdad,
entre todo ciudadano
Unamos siempre los lazos
de nuestra fraternidad,
y así nunca habrá maldad.
Practiquemos la paciencia,
y si no viene de herencia,
hay que buscar la unidad.
Empezamos con lamentos
y seguimos con reproches;
Pero afuera están los coches,
no empinemos mucho el codo,
y actuemos con decoro,
porque ya está aquí la noche.
Gracias por tantos obsequios,
que son recuerdos hermosos,
y todos son muy valiosos,
porque, quedan como herencia
de tu gran benevolencia,
y nosotros orgullosos.
Todo el que tiene esperanza
tiene algo de gran valor.
La esperanza y el amor
nos traen fraternidad.
Si andamos por mal camino,
solo encontramos maldad.
Aunque ya somos ancianos,
no hay que temer a la muerte.
Ya hemos tenido la suerte
de llegar, donde llegamos.
Por eso, estrechar las manos,
es como un acto elocuente.
Conocemos muchas cosas;
Mas ¿Quién se conoce así?
Procura estar siempre ahí,
donde más te necesitan.
No llegues tarde a una cita,
pues te desprestigia a ti.
De lo poco que nos queda
algo debes compartir;
sino, para qué vivir
en este mundo embustero,
siempre hagamos lo primero,
luchar; pero resistir.
Busquemos siempre la Luz,
si es que algo queremos ver,
tenemos que comprender
que andamos algo perdidos,
enfermos, o deprimidos,
por nuestra forma de ser.
Gracias por la invitación,
gracias por la concurrencia,
gracias por vuestra paciencia,
gracias por los cocineros (a)
gracias por los camareros (a)
gracias por nuestra existencia.
Cecilio García Fernández
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