Yo busqué la paz del alma
y la encontré de verdad;
No me gustan las tormentas
que son martirios del mal.
Busco y siempre estoy buscando,
y no dejo de buscar;
Busco en esa perfección
que es difícil de alcanzar.
Sé que voy por buen camino;
Mas, me puedo equivocar;
Por eso hay que andar despierto,
sin mirar jamás atrás.
Mis ojos, ya están más claros
por dejar la oscuridad;
y ahora están mirando a Cristo,
y ya no quieren ver más.
Hay quien se cree infalible,
¡Y vaya casualidad!
Siempre se está equivocando.
¡Exceso de vanidad!
Busquemos un horizonte
en la tierra o en el mar,
en las aguas cristalinas,
limpias de toda maldad.
Busquemos, entre las olas,
esas que vienen y van,
esas, que se rompen solas,
y no pueden causar mal.
Que cambien tus pensamientos,
y abandona lo banal,
y pon buenas vestiduras
para atravesar el mar.
Navega por lo profundo,
para encontrar esa paz,
ya que el mundo no la tiene,
y no te la puede dar.
Yo busqué la paz del alma
y la encontré de verdad;
No me gustan las tormentas
que son martirios del mal.
Busco y siempre estoy buscando,
y no dejo de buscar;
Busco en esa perfección
que es difícil de alcanzar.
Sé que voy por buen camino;
Mas, me puedo equivocar;
Por eso hay que andar despierto,
sin mirar jamás atrás.
Mis ojos, ya están más claros
por dejar la oscuridad;
y ahora están mirando a Cristo,
y ya no quieren ver más.
Hay quien se cree infalible,
¡Y vaya casualidad!
Siempre se está equivocando.
¡Exceso de vanidad!
Busquemos un horizonte
en la tierra o en el mar,
en las aguas cristalinas,
limpias de toda maldad.
Busquemos, entre las olas,
esas que vienen y van,
esas, que se rompen solas,
y no pueden causar mal.
Que cambien tus pensamientos,
y abandona lo banal,
y pon buenas vestiduras
para atravesar el mar.
Navega por lo profundo,
para encontrar esa paz,
ya que el mundo no la tiene,
y no te la puede dar.
Cecilio García Fernández
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