A Don Eloy Benito Calzón, Jefe de la Policía local de Avilés, con todo mi afecto. Octubre 1.989.
¡Te doy mil gracias Benito, pues me salvaste la vida,
cuando tú me recogiste, de aquella triste caída!
¡Era un Domingo de Octubre, lo recuerdo todavía,
y se cumplieron, ¡Once años! y yo sigo con mi herida!
Mi médula está dañada, muy cerca de la cabeza.
Tengo dos operaciones, y tengo mucha tristeza.
He llorado amargamente; pero en miles de ocasiones;
Pero, ¿Qué somos Benito? ¡Solo somos ilusiones!
Me encuentro muy limitado, y no ando más de cien metros.
y siempre estoy agotado, y esto no es ningún secreto.
Los dolores, me atormentan, y yo no suelo mentir;
Pero, la fe me sostiene, y no me importa morir.
Tengo una gran compañera, que yo siempre llamo esposa,
y es la que me da la vida. ¡Es la cosa más preciosa!
¡Ella me bañó mil veces, cuando yo no me movía!
y sufrió un buen tormento, que ella no lo merecía.
Mis dolores son constantes, y me duran todo el día.
No me valen los calmantes; ¿Será que lo merecía?
Por las noches, no hay dolor. Los nervios quieren reposo;
Pero en cuanto hay movimiento, yo sufro como un coloso.
Que Dios té de mucha suerte, y que goces de salud;
y además, yo te deseo, mucho amor y mucha LUZ.
Recibe un sincero saludo de Cecilio
Salinas Octubre 1.989
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