lunes, 26 de julio de 2010

¿APRECIAMOSA LA VIDA?

Cuando te encuentras muy solo,
valoras las compañías,
valoras las amistades,
aprecias, hasta el saludo
del Sol que hay a mediodía.

La soledad, es tristeza
que anida en el corazón,
de todos los que sufrimos,
sin importar la razón.

Cuando vivíamos juntos,
yo no apreciaba el valor
de las gratas compañías,
sobre todo si hay amor.

Qué necios somos los hombres,
por no saber valorar,
lo que nos ha dado el Cielo,
para poder disfrutar.

¿Quién aprecia lo que tiene
después de estar conseguido?
La verdad, se aprecia poco,
hasta que no está perdido.

El Sol, que tanto calienta,
la lluvia fresca y hermosa,
la brisa, que nos refresca,
y el fragor de cualquier rosa.

Las flores, para mirarlas,
también se pueden oler,
y el Sol, en el horizonte,
cuando se empieza a esconder.

La Luna, cuando se asoma
allá en el atardecer,
las nubes, claras y oscuras,
cuando empiezan a llover.

¡Cuántas maravillas hay!
¿Quién las puede comprender?
Todo ser, con sentimiento,
las debe reconocer.

Todo se halla en la Verdad,
en esas Leyes Divinas,
¿Las queremos comprender?
¡El necio no las estima!

¡Qué os parece la mar,
que la vemos, verde-azul,
con reflejos que destellan,
olas, que siempre se estrellan,
igual que rayos de luz.

La mar, nos da de comer,
y sin ella, no hay vivir,
también se debe temer,
pues cobra por existir.

Los animales que existen,
algunos son, “quita-penas”,
no los ates con cadenas;
porque muchos se resisten.

Los perros, nos acompañan.
-fidelidad, sufrimiento-
acompañan bien al hombre,
y no cambian, como el viento.

No traicionan a su dueño,
porque el perro es un esclavo,
y aunque es animal pequeño,
defiende, y no hace daño.

Carecen de sentimientos,
dicen que están “programados”,
no cambian como los vientos,
ni tampoco taimados.

Tratar bien los animales,
compañeros de los viejos,
ellos también se consumen
y se arrugan sus “pellejos”.

Ellos, cuando vas partir,
te miran con mucha pena,
no lo ates con cadena,
que se quiere divertir.

De discordias, en discordias,
andamos siempre luchando
con guerras in fraticidas,
esas que nos duelen tanto.

Hoy, por la falta de amor,
y la abundancia de orgullo,
somos una mala flor,
que contamina el capullo.


San Martín de Podes, 20-4-07
Cecilio García Fernández

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