martes, 27 de julio de 2010

BUSCAD LA VERDAD

Convertíos, y apartaos de vuestras transgresiones. Ezequiel 18:39. Mirar a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. Isaías 45:22.

Dar solamente media vuelta e ir en la dirección contraria de la que siempre habéis andado, todos cuantos andáis por mandatos de religiones. Si sabemos algo de historia y de la política actual, veremos como están luchando en Inglaterra, Protestantes contra Católicos, durante muchos años, y para seguir, pues aunque éste año (2005) entregan, los Católicos, parte de su arsenal armamentístico, lo que no pueden destruir, tanto los miembros de una religión como de la otra, es el odio que se tienen. Todas las religiones del mundo, y en todos los tiempos, solo sirvieron para matarse, unos a los otros, y enriquecerse unos a costa de los otros; pero ninguna religión trae paz al alma y menos la salvación, que solo la trae Cristo, por ser el único que puede salvar y liberar al hombre de toda maldad y ataduras satánicas.
Dejar vuestros viejos argumentos y razonamientos, e ir directos, rectamente a Cristo. Dejar las imágenes, en las que tenéis puesta toda vuestra esperanza, e ir a quien todo lo puede. Sin conversión nadie verá al Señor.
La salvación es fácil, sencilla, basta que os presentéis a Cristo, tal como sois, cargados de pecados; pero ir con arrepentimiento y decirle, de acuerdo con vuestro entendimiento y corazón, la siguiente oración: Señor: Me arrepiento de mi pasado, y prometo seguirte fielmente hasta la muerte. Ayúdame Señor a seguirte y cambia todas mis viejas costumbres y hábitos, aprendidos de mis ancestros y cultura actual. Cambia mi interior, mis pensamientos, que son los causantes de todos mis males. Enséñame a serte fiel, a escoger mis amistades, a no mentir jamás. Hazme un hombre nuevo interiormente y dame fuerza para luchar contra toda maldad, enséñame a orar y alabarte. Gracias Señor por tu sacrificio en la Cruz.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. Ezequiel 36:26-27. La obra de Cristo en la Cruz, es lo único que hace posible ese cambio. “En ningún otro hay salvación. Hechos 4:12.
El hijo perdido (Lucas 15), al darse cuenta de su miseria moral ante Dios, declaró: Me levantaré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado (v. 18) Entonces se levantó; (es la media vuelta citada al principio de éste escrito), es la auténtica conversión, el auténtico arrepentimiento. Después, en los brazos de su padre, confesó su pecado, y conoció el perdón y la paz. (v. 20).
En esto consiste todo el problema; perdón y arrepentimiento; pues Jesús resucitó y es tan real hace dos mil años como hoy. Deja tu religión, no importa cual sea, tú déjala y entrégate a Cristo y verás como tu vida cambia, si eres sincero.
El que no está en los brazos de Dios, está en los de Satanás. Esto es una realidad, no es una ilusión. Tus obras deberían de agradar a Dios. Si no es así, seguro que agradan a Satanás. A nosotros nos introduce Satanás los pensamientos que él quiere; pero si los confrontamos con la Palabra de Dios, veremos, si hay acuerdo ó desacuerdo, con lo que estamos pensando. Analicemos todas las cosas detenidamente, antes de ejecutarlas, no vaya a ser que nos metan gato por liebre.
Recordar que, con la Vieja Ley, Antiguo Testamento, si un hombre, o mujer, iba con otra persona que no fuese su esposa, ó marido, cometía pecado; pero ahora con Jesús, Nuevo Testamento, pecas solamente con desear la mujer ó marido de tu prójimo. Esto es normal; pues si tu esposa deseara a otro hombre, y tú te enteras, es como si te hubiese traicionado; pues si no se realizó el acto, fue por falta de ocasión, no por falta de voluntad.
La Palabra de Dios debería de enseñarse en los colegios, aunque no se creyera en Dios; pues es la única enseñanza para vivir correctamente, para no mentir, no odiar, no maldecir, procurar ir eliminando la envidia, el orgullo, la vanidad, y miles de maldades que moran en el corazón del hombre; porque ya hemos nacido con todos esos males metidos en lo más profundo del corazón.

Cecilio García Fernández
Salinas

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