viernes, 30 de julio de 2010

¡CÓMO NO CREER A DIOS!

¿Cómo no creer a Dios
sabiendo lo que sabemos?
¿Cómo es posible negarle,
si él nos dio lo que tenemos?
Todos somos diferentes,
no fuimos prefabricados,
y tenemos sentimientos
que nos dejan asombrados.
¡Todos lloramos mil veces
por causas muy diferentes,
por diversos desengaños
que recibes de las gentes!
Lloramos por las ausencias,
lloras la falta de amor,
lloramos si no hay clemencia,
lloramos cuando hay dolor.
¿Quién “fabrica” sentimientos
que afligen mi corazón,
que me desgarran el alma,
y trastornan la razón?
¿Por qué no amamos las almas
que cruzan nuestros caminos,
que pueden ser trashumantes
y llegar a ser vecinos?
¡Mirar que somos perfectos,
en cuanto a constitución!;
Pero en cuanto a sentimientos
es muy necio el corazón;
Pues no damos pan al pobre,
ni al humilde su razón;
por practicar el desprecio
orgullo de cerrazón.
Dios nos regaló la vida,
y no puedo comprender,
que el amor que nos regala
no lo queremos coger.
Cuando veo un niño tierno,
estoy viendo la grandeza
del que ha sido Creador,
por su amor y gran nobleza.
Ante una madre preciosa,
con sus cabellos blanqueados,
hay que besarla mil veces
como los enamorados.
Ante una mujer muy bella
que luego se hace mi esposa,
debo dar gracias al Cielo,
por concederme tal rosa.

Por amigos y vecinos
y un sinfín de compañeros,
demos gracias al Dios Santo,
y luego ya nos veremos;
Porque la existencia nuestra,
no es corta ni limitada;
pero jamás se termina,
por ser Dios el que nos ama.
Yo sé bien que hay mil desgracias,
enfermedades, tormentos,
angustias con otras penas,
que las llevamos muy dentro;
Pero todo se termina,
y ya no habrá más lamentos;
Por eso, yo te suplico,
que no te des ya por muerto.
Somos el cuerpo de Cristo
y Jesús es la Cabeza;
Porque figura en el Libro
del Verbo, que es la Grandeza,
y todo cuanto está escrito,
se cumple, porque es Promesa,
porque es un Dios de justicias,
que se sienta en nuestra mesa.
Démosle gracias por todo;
pues si consiente el dolor,
es para pasar la prueba
como examen, por su amor.
Si sufres, no tengas penas,
ni tengas ningún temor,
pues él derramó su sangre
dando de sí lo mejor mejor.
Me lo dice en su Palabra,
que todo es para mi bien;
Porque me marcó el camino,
y él para mi siempre es fiel.
Ya no existe otro destino
que seguirle siempre a él,
Porque si yo sigo al mundo,
el mundo me hace caer.
Ante el mar y las estrellas,
los montes y las cañadas,
los árboles con sus frutos,
pastos, y también majadas;
pues el Dios del Universo,
lo hizo todo, de nada.
¡Lo ha creado para el hombre,
lo mejor de su Manada!

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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