sábado, 17 de julio de 2010

AFRICA QUERIDA

Africa, la de Basilio,
mujer de paz y hacendosa,
amable y muy cariñosa,
`-porque yo la he conocido-
y aquí, sé bien lo que digo,
si digo que ha sido hermosa.

Fuiste mi mejor vecina,
porque has sido servicial,
y aunque has ido a El Carbayal,
jamás te hemos olvidado,
y como nunca has fallado,
te tengo que recordar.

Tú humildad y tu paciencia
son virtudes que no olvido,
las aprecio, y te lo digo,
porque yo te estoy hablando
y aunque no estas escuchando,
sabes cuanto te he querido.

Tú marido ha sido un santo,
honrado y trabajador,
que con esfuerzo y sudor
ha levantado una casa;
¡pero ya sé lo que pasa
cuando no existe el amor!.

De Pepín, que he de decirte,
madre ejemplar cariñosa,
sufrida y muy decorosa
que aguanta el cruel vendaval,
de un hijo, que era un caudal,
con la madre más hermosa.

¡Me dan ganas de llorar
en estos tristes momentos;
pues tú sabes que no miento,
y lo tengo que contar;
pues la vida, es caminar
con amor y sufrimiento!.

Sé que Dios hace justicia
porque él es fiel Soberano,
que quiere unir nuestras manos,
y bien que lo demostró,
cuando a su Hijo envió
a morir por los paganos.

Has nacido en La Reguera,
luego fuiste mi vecina,
porque así lo determina
quien dirige el universo,
por eso, lo dice en verso,
uno que ante ti se inclina.

Luego, con grandes esfuerzos,
con trabajo y mil sudores,
sufristeis los sinsabores
por construir una casa;
y luego, ves lo que pasa,
y te entran hasta temblores.

Tienes que estar bien contenta,
pues gracias a tú Señor,
él te ha quitado el dolor
y te entregó en buenas manos,
porque todos los humanos,
no practican el rencor.

Hay que perdonar a todos,
por muy tiranos que sean,
porque así nos lo desea
nuestro Dios, el Verdadero,
el que murió en el madero,
para que el mundo le crea.

Tanto a Emilio como a Charo,
os bendigo con amor,
porque el mitigar dolor,
hoy no se practica mucho,
y como viejo, soy ducho,
y lo expreso con clamor.

Aquel que quiera escribir,
que aprenda el abecedario;
porque la vida es calvario,
y yo quisiera decir;
que nuestra vida es sufrir,
y al final, viene el sudario.
Que Dios me de su paciencia,
y mucha sabiduría;
porque es muy poca la mía,
y aunque vivo con empeño,
yo sé, que soy muy pequeño,
y esto no es una ironía.

Recibir el abrazo de,
Cecilio y Josefina.
San Martín de Podes

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