miércoles, 14 de julio de 2010

A MI AMIGO JANO

Hoy me ha contado una amiga
la historia del Santo Jano,
que Dios llevó de Su Mano
hasta la cima del Cielo;
porque su bondad fue pura.
Ya no está en la sepultura,
ya no reposa en la tierra,
hoy contempla al Cristo vivo,
el que a ti te ha redimido,
si te has entregado Él,
Pidiéndole Su perdón,
con la más pura obediencia
con toda fe, que es creencia,
en que ha vencido la muerte,
y ha de volver, ¡vaya suerte!,
para recoger los suyos,
porque es un Dios de justicia
que perdona la avaricia
del necio e intransigente.

Jano: Yo te conocí,
mas no en toda tú grandeza,
y hoy me da mucha tristeza
no haberte reconocido,
para darte el merecido
que tenía tú nobleza.

Hoy doy gracias a Marina,
porque te dio de comer
en múltiples ocasiones,
-no me importan las razones-
yo valoro el hecho en sí.
Jesús también lo hizo así.

Tú supiste agradecerle
con tú noble corazón,
escribiendo, con razón,
tú puro agradecimiento,
lo que llevabas muy dentro,
bondad y mucha ilusión.

Que gran lección nos has dado.
Que gran amor has tenido.
El mayor ejemplo honrado
De todo lo que has amado,
Y no has sido comprendido.

¡Jamás fuiste comprendido!,
¡Fue grande nuestra ignorancia!
¡Fue mayor nuestra arrogancia
Por creernos superiores!
Dios perdone mis errores.
Ya perdonó mi pasado,
Jano: Hoy ya no estás olvidado,
Yo he de vivir a tu lado,
Aunque no soy inocente;
Más Cristo murió en la Cruz
Clavado con su corona,
Y con su muerte, nos dona,
Vida eterna, donde hay Luz,
No imitar al avestruz,
Tapando nuestras maldades,
Imitemos al buen Jano
Que no conoció el rencor,
Pues en su cruz hubo amor,
Y no conoció soberbia
Y Dios le dio la paciencia
Para llevar su dolor.

Nos daba pena de Jano
Por sentirnos superiores;
Pero hoy la vida, demuestra,
Que un solo botón de muestra
Nos descubre los errores
Que nos llevamos acuestas.

Aprendamos del humilde,
Dejemos la altanería,
Porque ha de llegar el día
Que tendremos que dar cuenta.
Ofendemos, día a día;
Pero ni nos damos cuenta.

¿Hasta cuando –me pregunto--
Dejaremos de ser necios?
¿Por qué pagar con desprecios
Incluso a quien hace el bien?
Tú lo sabes, yo también,
Por no seguir Su camino,
Y creer, "en el destino”.

El destino “lo elegimos”,
Solo existe una razón.
Dios nos donó un corazón,
Elige el bien, y no el mal,
El bien, es el gran caudal.
Y el destino es, “ilusión”.


San Martín de Podes, 23-11-07
Cecilio García Fernández

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